Reconozco que la primera vez que cayó en mis manos la noticia no fui capaz de creerlo: el porno se había abierto un hueco en el complejo segmento de los audio libros y era una de las categorías más descargadas. Tal cual. Hay gente, y mucha, que se coloca los audífonos y en lugar de un buen podcast o un directo de Coldplay se deja llevar por una avalancha de gemidos y suspiros hacia confines insospechados. No podía ser cierto… pero lo era. Mi estupefacción me llevó casi en volandas a Google para ahí, cómo no, descubrir un auténtico filón: la pornografía no solo había conquistado los audio libros si no también los podcasts. Wired recoge en una pieza la existencia de Quinn, una plataforma creada por Caroline Spiegel (sí, la hermana de Evan Spiegel), centrada únicamente en podcasts pornográficos.
Te lo estarás preguntando ¿Cómo es exactamente un podcast porno? Ojo, no estamos hablando de erotismo, sino de pornografía abierta en formato de audio. Un paseo por la plataforma a simple vista despertará tu atención, no sabemos si para bien o para mal, con títulos tórridos y más propios de Pornhub o similares. Y ahora que mencionamos esta plataforma, realmente estamos ante el nacimiento de un nuevo fenómeno que ha saltado del vídeo al audio y parece que hay un gran mercado para ello si nos atenemos a los registros. La propia Spiegel define Quinn como ‘el Spotify del porno’, huyendo de toda relación con Pornhub.
Gemidos, suspiros y demás
Lo curioso de este tipo de plataformas es que, al igual que sucede con YouTube, cualquiera puede subir contenido y nos encontramos ante parejas que comparten alcoba con un micro en sus momentos íntimos, o bien ante profesionales que viven abiertamente de esto. Piensa en actores a los que nunca verás el rostro pero que actúan fingiendo o realmente realizando actos que llegan a los oídos de una creciente audiencia. En realidad, estamos ante un resurgimiento de las ‘líneas calientes’ telefónicas que vivieron ya su momento de gloria, aunque ahora en un formato más actual y con mucho más contenido.
¿Por qué tiene tanto éxito este fenómeno? Las plataformas de sexo explícito en vídeo ofrecen a su audiencia secuencias claras que son recibidas de diferente manera por el espectador; algunos lo encuentran muy estimulante, pero otros creen que algunas situaciones son incómodas u ofensivas. Esto no sucede con el audio erótico o pornográfico: es el propio oyente quien, llevado por su imaginación, monta su propio atrezzo y disfruta con una escena que vive intensamente en su cabeza entre gemidos y suspiros. Nicole Prause, una neuróloga que estudia la estimulación sexual, explica que el cerebro tiene que entender el estímulo como sexual y actúa en consecuencia; tal vez por esto el vídeo tenga una acción más directa, mientras que el audio obliga a una elaboración más sosegada y menos invasiva.
También en audio libros
Pero el porno sonoro va mucho más allá de los podcasts y nuevamente tenemos que apuntar con el dedo acusador a “Fifty Shades of Grey” (“50 sombras de Grey”), la exitosa película que resurcitó con una inusitada fuerza el fenómeno de la erótica pura en el cine. Aquel título dio luz a este filón por descubrir y el audio parece un terreno idóneo para explotarlo. En lo que toca a los libros hablados, ya hay una buena colección de títulos de este género que han sido grabados únicamente como obras originales en este formato y no como representación de libros ya publicados.
En el caso del audio libro, siempre hay una historia detrás que hace de hilo conductor y no se trata únicamente de una secuencia de suspiros que uno se puede encontrar en un episodio de Quinn. La idea consiste en enlazar una trama, por burda que sea, como eje de la entrega pura a los placeres corporales, sin medias tintas ni tapujos, y dejar que el cerebro haga el resto. Es precisamente este órgano el principal protagonista en lo que respecta a la excitación sexual, y esto es más claro que nunca en los audios eróticos o pornográficos.
Este tipo de pornografía sirve como tercera vía para quienes no se sientan cómodos con los vídeos explícitamente sexuales, o bien padezcan algún tipo de inconveniente con el sexo. Un audio pornográfico puede ser desechado por el cerebro de una forma que no resulte agresiva por su contenido para el mismo, o bien activar esa tecla tan codiciada de una forma no tan tosca como puede resultar una secuencia pornográfica en vídeo.