“Cuando despertó, Alexa ya no estaba allí”…
El microcuento El dinosaurio de Augusto Monterroso ha servido siempre para un sinfín de paráfrasis que –entre otras cosas– han querido resaltar tanto la permanencia como la desaparición, de algo o de alguien. Este microcuento, por lo demás, es uno de los más célebres de la narrativa hispanoamericana, y en solo siete palabras abre un portal infinito de interpretaciones: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.
Alexa de Amazon está allí cuando despertamos cada mañana. ¿Seguirá estando allí en los próximos meses? ¿En los próximos años? ¿Alexa seguirá siendo Alexa, o cambios en su homeostasis programática la convertirán en otra? Hoy en día, no lo sabemos, aun cuando Amazon nos asegura que están poniendo todo de su parte para que ella sea la asistente virtual más usada, la más inteligente y querida del orbe.
¿El problema? El que lo consigan o no, parece no depender exclusivamente de ellos.
Hay demasiado ruido, demasiados informes, cifras de ventas, reducciones de personal y escepticismo que, por ahora, se combaten solo con buenas intenciones.
Está ChatGPT, Bard y toda la explosión atronadora de los chatbots de IA que desvían las miradas. ¿Incorporará Alexa una IA de este tipo? ¿Será realmente proactiva y conversacional, y no un programa que busca respuestas ya cocinadas en una inmensa base de datos?
Digital Trends en Español estuvo hace unos días en Seattle, en las oficinas centrales de Amazon, hablando de esto y otras cosas. Invitados junto con otros periodistas de distintos países, pudimos escuchar del propio Dave Limp – Vicepresidente Senior de Dispositivos y Servicios de Amazon– sus predicciones con respecto al futuro. Por ejemplo, que en unos pocos años más, todos los hogares contarán con al menos un robot. Ojo, que aquí el concepto es laxo: una máquina lavavajillas ya califica como robot, aunque no necesariamente está dotada de inteligencia propia, lo mismo que una Roomba o algún otro electrodoméstico inteligente.
Lo que fue una gran novedad años atrás no ha conseguido generar dinero más allá de las ventas de los dispositivos Dot y Echo.
Por supuesto, nos invitaron para hablar de mucho más. Del futuro de los devices de Amazon; de Astro, el robot que está llamado a convertirse en un compañero de hogar (o, al menos, eso es lo que pretende Amazon); del Project Kuiper y el internet satelital. Pero, sobre todo, de Alexa, ya que mucho de los planes de Amazon pasan necesariamente por su asistente virtual.
No es nada casual. Business Insider ya había filtrado documentos que hablaban de un agujero de 10 mil millones de dólares en pérdidas, justamente asociadas a Alexa. Y es que lo que fue una gran novedad años atrás no ha conseguido generar dinero más allá de las ventas de los dispositivos Dot y Echo. Dicho claramente: Amazon no gana dinero vendiendo sólo estos dispositivos; necesita que estos provoquen ventas de productos vía Amazon. Los dispositivos, de hecho, son vendidos a precio de costo –son bastante baratos, la verdad– y a estas alturas ya debieran haber conseguido que todos nosotros compráramos los más distintos productos –de Amazon o de asociados– valiéndonos de nuestra voz.
Pero no ha sido así.
Para peor, la irrupción de los chatbots de IA que pueden dejar a Alexa y a todos los demás asistentes virtuales obsoletos. La máxima de “renovarse o morir” se escucha en Seattle, fuerte y claro.
Otra filtración de Business Insider vendría a confirmar que Amazon está trabajando en su propio modelo grande de lenguaje (LLM) para desarrollar la Alexa inteligente de los nuevos tiempos, la Alexa proactiva y conversacional de la que hablábamos más arriba. Y es que, si Alexa no puede hacer algo similar a lo que ya hace ChatGPT, no hay batalla posible.
La cuestión es: ¿confiaremos en esta Alexa ultra-inteligente para que haga nuestras compras?
Supongamos que lo consiguen, y Alexa puede mantener una conversación con nosotros del mismo modo en que lo haría un chatbot de IA. Su modelo de lenguaje habrá triunfado, pero ¿y el modelo de negocio? ¿Confiaremos en esta Alexa ultra-inteligente para que haga nuestras compras? ¿Sabrá ella elegir el producto que buscamos, dándonos lo que necesitamos?
Habría que preguntarse antes qué es lo que ha fallado en Alexa. Porque si alguien que tiene todas las cartas a su favor para venderte cosas (Amazon), no consigue venderte lo que debiera, el problema tiene un solo nombre: confianza.
Creemos y confiamos en Alexa para las alarmas, recordatorios, pronósticos del clima y otras cosas por el estilo. Pero nos cuesta mucho decirle que nos compre algo, e incluso cuando nos muestra el producto en un Amazon Echo, solemos dudar y lo buscamos por nuestros propios medios en nuestras laptops, celulares o PCs.
Amazon sabe perfectamente bien cuántas veces entramos en su App o página web y cuántas de esas veces acabamos comprando. Y también sabe cuántas veces una búsqueda vía Alexa acaba en nada. Los saben ellos, y por el documento filtrado de Business Insider, también lo sabemos nosotros: 10 mil millones en pérdidas.
Resulta hasta paradójico que no tengamos demasiada confianza en una asistente que nos da un montón de información confiable. Confiable, y honesta: cuando algún requerimiento o pregunta la sobrepasa, nos responde que, lamentablemente, no puede ayudarnos.
¿Confiaremos más en una Alexa potenciada con su propia IA, viendo ya la desconfianza generalizada que ha provocado la irrupción de ChapGPT, Bard y otros chatbots de IA?
La desconfianza, al igual que el miedo, nos hace alejarnos de aquello que lo provoca. Y visto el resquemor que provocan los nuevos chatbots de IA, nos cuesta creer que el futuro de Alexa sea próspero. Limp fue bastante convincente al recordarnos que también hubo mucho temor, desconfianza e incluso actos criminales al comienzo de la era de internet. Entonces, gobiernos y empresas debieron crear costosos departamentos de vigilancia en la red, departamentos que no han hecho más que crecer. Sin embargo, ninguna empresa ni gobierno optó por dejar de lado internet y abortar su futuro por el mero riesgo que representaba. El desarrollo era imparable; habría que combatir sus malos usos, pero nunca suprimirlo. Lo mismo debiera pasar en esta nueva era de IA que se nos viene encima: habrá que estar atentos al mal uso que se le pueda dar; pero no se puede interrumpir o abortar su desarrollo.
Quizá la solución pasa porque esta futura Alexa comience a hablarnos desde otro sitio. Desde nuestros teléfonos y ordenadores. Desde nuestros televisores, fundamentalmente. Vimos en directo una demostración de esta Alexa con IA en un Fire TV Serie Omni QLED, y aunque se trataba de una versión beta, sí auguraba algo nuevo. ¿Algo en lo cual confiar? Quizá. Crear confianza toma tiempo, y un. Producto bien acabado ayuda una enormidad.
Alexa debe hablarnos desde distintos devices. Alexa debe ser más inteligente. Alexa debe hablar en nuestro idioma, y mejor aún si lo hace con nuestros acentos. Alexa debe ofrecernos los mejores productos, aun cuando algunos de estos no sean de Amazon. La confianza tomará algún tiempo, pero debiera llegar. Cuando ello suceda, será tu mejor amiga y aliada en tu día a día. Te ayudará, te enseñará, y hará un montón de cosas por ti. Será también tu personal shopper, sabiendo exactamente qué necesitas y qué no.
Deberá ser todo eso. O morirá.