El calentamiento global provoca escenarios insólitos y desesperanzadores. Imágenes satelitales publicadas en fechas recientes por el programa Copérnico muestran que la temperatura del suelo en Siberia superó los 48 grados Celsius (118 grados Fahrenheit) en el día más largo del año.
La temperatura más alta se midió en Verjoyansk, ubicada en Siberia oriental. Otras zonas de la región como Govorovo alcanzaron los 43 grados Celsius (109 grados Fahrenheit). En Saskylah se registraron las temperaturas más altas desde 1936 (37 grados Celsius).
Cabe mencionar que las temperaturas registradas por los satélites Copernicus de la Agencia Espacial Europea corresponden a las de la superficie de la tierra, no a las del aire. La temperatura del aire en Verkhojansk fue de 30 grados Celsius. Sin embargo, las altas temperaturas en el suelo pueden tener graves consecuencias para el permafrost.
El permafrost es la capa de suelo congelado de las regiones frías o periglaciares, y retiene gases de efecto invernadero como el metano o el carbono. Estos gases se liberan en la atmósfera por el aumento del calor, lo que puede acelerar el temido efecto invernadero y provocar una situación en la que las zonas más tropicales del planeta lleguen a temperaturas muy por encima de la tolerancia térmica del ser humano y muchos animales. Además, en las zonas donde se produzca este aumento de temperatura no se podrá cultivar nada.
Otro problema relacionado con el calentamiento global y el permafrost es que debido a que este mantiene congelados desde hace años virus y enfermedades para las que en muchos casos no estamos inmunizados (como el ántrax, la viruela o la peste bubónica), estos podrían revivir con su derretimiento.