Entre los descubrimientos más sorprendentes que los científicos han realizado en el espacio, fuera del Sistema Solar, están los planetas de lava: planetas rocosos que orbitan muy cerca de su estrella y donde las temperaturas son tan elevadas que la roca que los conforma se derrite en forma de lava y se vaporiza en la atmósfera.
Uno de estos es el K2-141b, descubierto por la misión Kepler, cuyas características se publicaron en la edición más reciente de Monthly Notices of the Royal Astronomical Society. Tiene un tamaño que equivale aproximadamente a la mitad de la Tierra y se caracteriza por tener una superficie, un océano y una atmósfera compuestos por rocas.
Como se explica en el sitio Space, la cercanía de este exoplaneta con respecto a su estrella lo mantiene gravitatoriamente bloqueado en su lugar, es decir, que el mismo lado siempre está de frente a la estrella, por lo que se piensa que podría alcanzar temperaturas de 3,000 grados centígrados, mientras que el lado que permanece en la oscuridad (alrededor de una tercera parte del planeta), de menos 200 grados centígrados.
Los científicos consideran que el K2-141b podría tener un ciclo atmosférico y meteorológico (similar al ciclo del agua en la Tierra), que provoca la evaporación y la precipitación de rocas, vientos supersónicos de más de 5,000 kilómetros por hora y un océano de magma de 100 kilómetros de profundidad.
Todos los planetas rocosos, incluida la Tierra, comenzaron como mundos fundidos, pero luego se enfriaron y solidificaron rápidamente, así que los investigadores ven al K2-141b como una oportunidad para observar una etapa de la evolución planetaria.
Los expertos creen que el próximo telescopio espacial James Webb de la NASA, que se lanzará a finales del 2021, podrá analizar los componentes de atmósferas planetarias como la del K2-141b.