Un estudio liderado por investigadoras de la Universidad Autónoma de Barcelona, en España, detalla el hallazgo de una tumba que data de la Edad de Bronce, en la que fue enterrada una mujer entre grandes lujos. Su descubrimiento, sostienen las especialistas, podría ser un indicio de que la sociedad de El Argar, que floreció entre los años 2200 y 1550 antes de Cristo, pudo haber sido uno de los primeros matriarcados de los que se cuente con evidencia histórica.
La investigación, publicada en la revista Antiquity, detalla el hallazgo de una tumba en 2014 en la región de La Almoloya, Murcia, al sureste de España. Al interior de una enorme vasija cerámica fueron encontrados los restos de un hombre, de entre 35 y 40 años, y el de una mujer de entre 25 y 30 años. Alrededor de los restos de la mujer se descubrió un repertorio de joyas y objetos personales que reflejan una enorme riqueza. De entre todos los objetos, el más llamativo es una diadema bañada en plata.
Los expertos compararon las características de la diadema encontrada en La Almoloya con otras halladas en el siglo XIX, todas pertenecientes a la cultura argárica. Encontraron que la desenterrada en 2014 compartía características de exclusividad con las otras piezas. “Fueron objetos simbólicos hechos para estas mujeres, que quizá denotaban que eran parte de la clase dominante”, explicó Cristina Rihuete, una de las autoras del estudio.
El descubrimiento da luz a los científicos de España sobre el tipo de autoridad política que rigió en El Argar. Las expertas sugieren que las mujeres tuvieron un papel más activo en el ejercicio del poder político de aquella sociedad milenaria.
Esta hipótesis se basa en comparaciones entre los entierros de hombres y mujeres. Explican que en el caso del hombre, se encontró una espada y una daga, en tanto que el ajuar de la mujer fue más lujoso. “Las espadas eran el medio más eficaz para hacer cumplir la política, de modo que los hombres habrían sido ejecutores, pero la legitimación y probablemente, también el gobierno, pudo recaer en ciertas mujeres”, concluyen las autoras.