“996” es una etiqueta común en Weibo, la principal red social China. Pero lejos de ser un identificador de publicaciones alegres, el “996” hace alusión a una cultura laboral explotadora en China que refleja turnos de 9:00 a.m. a 9:00 p.m. seis días a la semana.
La mal llamada cultura laboral “996” afecta a empleados calificados y no calificados por igual, aunque todos en el sector tecnológico. Programadores o repartidores, da igual; todos deben completar jornadas extenuantes catalizadas por la pandemia del COVID-19, que en otros países produjo un crecimiento exponencial de las compras en línea (30 por ciento, según la Oficina Nacional de Estadísticas de China).
Y el hartazgo comienza a cobrar vidas. En Hong Kong, un repartidor de la empresa Pinduoduo —rival del Amazon chino Alibaba— de plano decidió inmolarse ante la tiranía de los algoritmos, que califican el rendimiento de los trabajadores con nada más que rigor matemático. Son más o menos eficientes, más o menos rápidos, más o menos dedicados. De condición humana los algoritmos no saben nada.
Otros casos son menos escandalosos, pero no menos graves. Otro mensajero de la empresa Ele.me se desvaneció durante una entrega. Los servicios de emergencia fueron incapaces de reanimarlo. En medio de cuestionamientos en redes sociales, todos bajo la etiqueta #996, la empresa ofreció una “compensación compasiva” de $300 dólares. El escándalo no se hizo esperar y la empresa reculó para ofrecer una indemnización de $90,000 dólares.
“La pandemia se ha sumado a las ya pesadas cargas de trabajo de los empleados de base, desde programadores graduados universitarios hasta repartidores con menos educación”, alerta The Wall Street Journal.
Desde los escritorios, los programadores denuncian otro tipo de desgaste: el mental. Y los salarios, señalan, no justifican el nivel de estrés al que son sometidos.
En tanto, las autoridades laborales sostienen que la jornada laboral no debe exceder las ocho horas diarias ni un máximo de 40 a la semana. En China las leyes no se adaptan al rápido crecimiento de un sector tecnológico que parece tener prisa para generar otro estallido: el de la demanda por derechos laborales.