“Cuando era niño, el desastre que más nos preocupaba era una guerra nuclear. (…) Hoy, el mayor riesgo de una catástrofe global se ve así”, afirmó Bill Gates, casi despreocupadamente, parado en el escenario con un suéter rosa durante una charla de la serie conocida como TED Talks. Entonces la imagen de un gran virus en blanco y negro ocupó la pantalla. El año era 2015 y la mayoría de las personas jamás había escuchado el término “coronavirus”.
Bill Gates, uno de aquellos siempre adelantados a su tiempo, lo vio venir, y aseguró que el mundo no se encontraba listo para la próxima epidemia. ¿La fuente de su especulación? El brote de ébola de 2014. “El problema no fue que el sistema no funcionara bien; el problema es que no teníamos ningún sistema en absoluto”.
Su conclusión fue contundente: “La mala preparación podría causar que la próxima epidemia sea drásticamente más devastadora que el ébola”. En su momento, se logró contener a los enfermos para evitar más infecciones. Además, ese virus no se propaga a través del aire y no logró alcanzar muchas áreas urbanas, factores que colaboraron a la solución del problema.
“La próxima vez, podríamos no tener tanta suerte. Podría haber un virus con el que la gente infectada no se sienta tan mal y de todas formas aborde un avión o vaya al mercado”, fue la fatídica reflexión de Gates.
No obstante, el exdirectivo de Microsoft también estaba consciente del potencial humano de lidiar con una crisis así. “Podemos crear un sistema de respuesta muy efectivo. Tenemos los beneficios de la ciencia y la tecnología. Tenemos celulares para transmitir información al público y obtener información de ellos. Tenemos mapas satelitales donde podemos ver dónde está la gente y hacia dónde va. Tenemos avances en biología que pueden cambiar drásticamente el tiempo necesario para observar un patógeno y poder crear medicamentos y vacunas. Puede haber herramientas, pero esas herramientas deben incorporarse a un sistema global de salud. Y necesitamos estar preparados”.
Finalmente, Bill Gates hizo un llamado a la cordura que aplica hoy tanto o más que hace cinco años. “No hay necesidad de entrar en pánico. No tenemos que acaparar latas de espagueti ni encerrarnos en el sótano. Pero necesitamos poner manos a la obra, porque el tiempo no está a nuestro favor”.