Investigadores de Toulouse, Francia, estudian los efectos de los viajes espaciales en el cuerpo humano. Para ello, colocaron a 20 mujeres en contenedores con forma de bañera durante cinco días, según un comunicado de prensa de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Si bien los contenedores estaban llenos de agua, también estaban cubiertos por una tela impermeable, así las voluntarias se mantenían secas y suspendidas uniformemente mientras yacían en ellos, como si hubieran estado acostadas sobre una cama de agua gigante.
En ese estado, experimentaron una “falta de apoyo”, algo parecido a lo que sienten los astronautas mientras flotan en la Estación Espacial Internacional.
Los investigadores realizaron esta “inmersión en seco” para replicar la ingravidez del espacio y así comprender lo que les genera la falta de gravedad a las astronautas mientras llevan a cabo sus misiones. En la ingravidez, los cuerpos de las personas pierden densidad muscular y ósea, la visión cambia y los fluidos se trasladan al cerebro.
Este estudio sirve para investigar los efectos perjudiciales de los vuelos espaciales y encontrar formas de mantenerse saludable en órbita. Sin embargo, también es útil para indagar en los trastornos de movimiento que padecen los pacientes inmovilizados y ancianos en la Tierra.
El estudio de la inmersión en seco situaba a una mujer dentro del contenedor, con el agua cubriendo su tórax. Sus piernas y torso estaban completamente inmovilizados, pero sus brazos y cabeza se encontraban libres para moverse por encima de la tela.
Las participantes pasaron casi 24 horas al día en el tanque y todas las actividades, desde aquellas relacionadas al ocio hasta la higiene, se realizaban dentro de las limitaciones de la inmersión. Solo se les autorizaba una pequeña almohada durante las comidas para facilitar la alimentación.
Lo que sí se les permitía era ducharse, aunque los baños se realizaban fuera del tanque, con la persona “acostada boca arriba y con la cabeza inclinada seis grados hacia abajo para minimizar los cambios de fluidos”, dice el comunicado.
Las voluntarias experimentaron cambios en los fluidos corporales y la movilidad, además de en la percepción de sus propios cuerpos.
Esta es la segunda vez que se lleva a cabo una campaña de inmersión en seco con participantes exclusivamente femeninas, la primera en Europa. Vivaldi, como se le conoce a este estudio, fue lanzado para corregir la brecha de género en los datos científicos.
“Casi no hay conocimiento sobre los efectos fisiológicos y psicológicos en las mujeres en esta área de investigación. Un estudio de inmersión en seco solo para mujeres se sumará a las campañas masculinas anteriores realizadas en Europa y Rusia”, dice Angelique Van Ombergen, directora de Ciencias de la Vida en la ESA.