Una de las grandes innovaciones que presentó la película El irlandés fue la posibilidad de su director, Martin Scorsese, de rejuvenecer a actores como Robert de Niro y Joe Pesci.
Si bien resultó correcta, la técnica para hacer que los destacados intérpretes lucieran como en años pasados no fue suficiente para los fans, ya que las críticas indicaron que les faltó más juventud.
Por eso Shamook, un popular creador de deepfakes de YouTube, se la jugó para hacer efectos más reales que los del destacado realizador de Taxi Driver y Buenos muchachos.
Las escenas en este caso se centran exclusivamente en Robert de Niro y muestran un paralelo entre lo que realizó Netflix con El irlandés y el trabajo del youtuber con plataformas de código abierto.
Pero el deepfake, que es esta técnica de reemplazo de imágenes y rostros, también ha logrado perfeccionarse para hackear voces. De hecho, el MIT logró poner la voz del expresidente Richard Nixon en el aterrizaje del hombre en la Luna.
Jacob Bañuelos Capistrán, director de la Maestría en Comunicación del Departamento de Industrias Creativas del Tecnológico de Monterrey, habló del fenómeno en la Revista Panamericana de la Educación.
«Las preocupaciones son principalmente de tipo ético, político, legal y tecnológico, se fundan en el hecho de que los deepfakes minan la credibilidad de los documentos audiovisuales, principalmente videos, como medios de información o certificación de hechos, poniendo en entredicho su veracidad o generando riesgos de desinformación, difamación o chantaje», analizó.
Para el académico, «los deepfakes son la punta del iceberg de lo que pasará con la imagen y cualquier otro soporte de contenidos en el universo digital y sobre todo, en la lógica de la construcción de discursos falsos y mal intencionados en la laberíntica trama de las prácticas de la posverdad».