Iniciada como una división de computación en Lucasfilm y, finalmente, fundada como compañía en 1986, Pixar Animation Studios es una institución en la historia de la animación. Incluso si su adquisición por parte de Disney en 2006 ha representado un cierto cambio de visión, sus películas más emblemáticas demuestran que sigue siendo uno de los gigantes de su campo.
Hoy, Pixar tiene 28 largometrajes estrenados, la inmensa mayoría muy exitosa entre el público y la taquilla. Sin embargo, no todos han trascendido en el imaginario colectivo con la misma magnitud. Por ello, aquí seleccionamos las cinco películas más emblemáticas del estudio.
Todos están disponibles exclusivamente en Disney+ para ver en streaming.
Ratatouille (2007)
Entre el público general y la crítica especializada, Pixar se ha distinguido como uno de los raros estudios capaces de crear historias profundamente divertidas y entretenidas para los niños, pero con un fondo que también le habla a los adultos. Ratatouille es uno de los ejemplos más tempranos de ello. Dirigida por Brad Bird (El gigante de hierro), esta es la historia de una rata con el sueño de ser un chef virtuoso, para lo cual forma una improbable alianza con un torpe empleado de cocina. La comedia visual es un deleite que deja satisfechos a los niños, pero puede que solo los adultos sean capaces de percibir sus notas de nostalgia y perseverancia para alcanzar un sueño.
Monsters, Inc. (2001)
La tendencia de Pixar por convertir mundos de fantasía en fetiches corporativos (un recurso que también es empleado en Intensa-Mente y su secuela) podría ser criticada. Sin embargo, también es una de las mejores demostraciones de la capacidad imaginativa de sus equipos creativos. Monsters, Inc. se sitúa en un mundo habitado por monstruos, donde la dupla de Mike Wazowski (voz de Billy Crystal) y James Sullivan “Sulley” (John Goodman) trabaja como “asustadores” en una compañía que produce energía a través de los gritos de los niños. Pero cuando una pequeña niña humana se filtra al mundo de los monstruos, el par debe protegerla, mientras descubre que hay mejores formas de conseguir lo que necesitan.
WALL-E (2008)
Otra de las grandes demostraciones de la capacidad de Pixar para trabajar dentro de géneros e historias engañosamente elevadas, pero sin dejar de lado abundantes dosis de emoción y entretenimiento. WALL-E es también un gran exponente de “cine puro”, una historia contada casi de forma exclusiva con imágenes y acción, sin diálogo. La trama se sitúa en un futuro lejano y apocalíptico, donde la humanidad ha abandonado la Tierra, saturada de basura. El robot chatarrero homónimo trabaja todos los días incansablemente para limpiarla, hasta que una androide exploradora, EVA, aparece en el planeta y descubre que la vida es de nuevo viable. Se desencadena así una divertida aventura que, sin embargo, también nos habla de los peligros del consumismo y la complacencia desmedida.
Up (2009)
Se dice, popularmente, que los 10 minutos iniciales de Up están entre las historias más emotivas y devastadoras del cine. Quizás sea una exageración, pero tiene algo de razón: esa secuencia, que cuenta la historia de Carl Fredricksen desde su infancia hasta su viudez, es probablemente la cumbre de Pixar en sus poderes narrativos. Y, de nuevo, es una historia para niños y adultos: es el divertido viaje de un viejo cascarrabias, su improbable polizón boy scout y un perro hacia la selva sudamericana en una casa impulsada por globos, pero también es una alegoría sobre el luto y la búsqueda de propósito. Lloramos nada más de escribirlo.
La trilogía de Toy Story (1995-2010)
No podemos hablar de las películas más emblemáticas de Pixar sin mencionar a Toy Story. Y tampoco podemos hablar sobre su lamentable decadencia sin traer sus dos primeras secuelas a la mesa (lo sabemos, es trampa, pero las contaremos como una sola obra). Inicialmente polémica en su tiempo por su técnica de animación, pero indiscutiblemente emotiva, innovadora y exitosa, Toy Story cambió las reglas del juego en el mundo de la animación, y sus dos secuelas son la representación perfecta de su evolución creativa: conforme su público creció, sus historias también evolucionaron para dialogar con los adultos, hasta llegar a la emotiva culminación de Toy Story 3. Es una lástima que, luego de su adquisición por Disney en 2006, la mentalidad del estudio se haya vuelto más corporativa: Toy Story 4 (2019) rompió una trilogía perfecta con una historia sin un propósito evidente, y el spin-off Lightyear (2002) fue sencillamente mediocre.