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M. Night Shyamalan es uno de los cineastas más divisivos de los últimos 30 años. Después de lograr un gran éxito a finales de los 90 y principios de los 2000 con aclamados thrillers como The Sixth Sense, Unbreakable y Signs, su reputación comenzó a agriarse tras los lanzamientos de fracasos en gran parte críticos como The Village, Lady in the Water y The Happening. En los últimos años, Shyamalan ha experimentado un resurgimiento tardío de su carrera escribiendo y dirigiendo thrillers de alto concepto y presupuesto modesto (ver: Split, Old, Knock at the Cabin). Sin embargo, sigue siendo uno de los directores más polarizadores de Hollywood.
No hace falta mirar más allá de la acogida de su última película, Trap, para comprobarlo. El thriller de asesinos en serie fue acogido y dejado de lado a partes iguales cuando llegó a los cines a principios de agosto. Algunos se apresuraron a compartir sus elogios por la artesanía técnica de la película y la actuación principal perfectamente presentada, mientras que otros la desestimaron basándose en el diálogo consistentemente rígido de Shyamalan y su tercer acto absurdamente retorcido. Ahora, varios meses después, Trap se transmite oficialmente en Max.