La era de la información ha tenido varios hitos con el paso del tiempo. Desde la invención de la imprenta de Gutenberg hasta los primeros vestigios de computadoras modernas o las rústicas primeras redes de comunicaciones. Entre esos acontecimientos significativos está el de la Xerox 914.
Quizá la Xerox 914 no es tan popular, pero el aparato es parte de los sucesos que han trascendido en el mundo de la información: se trató de la primera máquina fotocopiadora de la historia, que revolucionó los ambientes de trabajo desde su introducción en 1959.
Como todos los aparatos de su época, la Xerox 914 era realmente un armatoste de 294 kilogramos (650 libras) cuyas medidas eran de 107 centímetros de alto por 117 de ancho y 114 de profundidad (42 x 46 x 45 pulgadas). Pero para lugares como oficinas o empresas, el tamaño era una cuestión menor al lado de su utilidad, ya que la Xerox 914 podía crear siete copias por minuto.
Detengámonos por un momento en lo que ocurría en una oficina cualquiera en 1959. Previo a la era de la información digital, todos los registros y documentaciones se realizaban en papel. Si hoy día y con toda la digitalización que existe las fotocopiadoras son un dispositivo vital en cualquier empresa, en 1959 la Xerox 914 significó un antes y un después.
Con una máquina de este tipo, las limitaciones de la copia y distribución de información sencillamente desaparecían.
La Xerox 914 se basaba en una técnica llamada xerografía, inventada por Chester Floyd Carlson en 1938. La xerografía utiliza cargas electroestáticas que se transfieren a una superficie y que luego son destruidas por una luz, excepto en las áreas en las que hay una sombra. Luego, mediante el uso de calor, la tinta se pega al papel en el lugar donde está presente la carga estática, obteniendo así una copia de alta calidad del documento original.
Con la Xerox 914 se podían realizar hasta 100,000 copias por mes con un papel común y corriente (el 914 del nombre viene de las hojas de 9 x 14 pulgadas). Además, no dañaba los documentos originales, la tinta no sufría con problemas de filtrado al ser un proceso en seco y para muchas empresas era conveniente el modelo de negocio, ya que la copiadora podía arrendarse y pagar un monto fijo por una cantidad de copias a realizar.
Al poco tiempo desde su introducción, la Xerox 914 ya era pieza vital en muchas oficinas de Estados Unidos; la idea inicial de su inventor era simplemente poder hacer copias de originales, pero pronto se descubrió que también se podían hacer copias de copias sin una pérdida considerable de calidad.
La complejidad de esa primera máquina también trajo consigo algunos problemas. Xerox tuvo que proveer un importante soporte técnico a sus clientes para la instalación y operación de la fotocopiadora y eso significó la inclusión de un pequeño extinguidor, ya que la Xerox 914 tendía a sobrecalentarse y generar llamaradas.
Sin embargo, todas esas complicaciones fueron detalles mínimos al lado de su importancia a nivel global. Esta fotocopiadora fue una revolución no solo para el mundo empresarial, sino para otro tipo de segmentos como el educativo, en el que las copias y la distribución de libros o material de estudio serían vitales.
Luego de la Xerox 914 vendrían otras versiones de la misma máquina, que permitían hacer copias más rápidas o de mejor calidad. Pero más allá de esas mejoras, la primera fotocopiadora ya había marcado un camino en el que no habría vuelta atrás. La fotocopiadora se convirtió en algo más grande de lo que sus creadores jamás imaginaron.