Soy alguien que nunca le ha dado mucha importancia al teclado en el que escribe. Llevo años dedicándome a tipear y tipear a diario, pero siempre compré teclados sencillos y acepté sin chistar los que venían en las laptops o el de la iMac.
Por ende, siempre fui un poco ignorante respecto a este tipo de periféricos, hasta que hace no mucho reemplacé mi teclado común y corriente por uno mecánico. Luego de un par de semanas, mi percepción sobre lo que espero de la experiencia de usar un teclado ha cambiado un poco.
Pero antes de llegar a las valoraciones, contexto. El teclado en cuestión es el Alloy Origins 60 de HyperX y ese número no está ahí por capricho, sino porque se trata de uno tipo 60 por ciento, una clase de teclados compactos que utilizan solo el 60 por ciento de los botones de un teclado estándar. Y para suplir la falta de teclas, se adopta un sistema de combinaciones: por ejemplo, las F1, F2 y etcétera están asignadas a la barra numérica y para usarlas se requiere de la combinación FN más el número respectivo.
La gran ventaja de estos teclados es reducir el uso del espacio, ser en general más ergonómicos y eliminar un armatoste del escritorio. Tal como puedes ver en la foto de más abajo, las diferencias con un teclado estándar son notorias.
Ahora bien, el Alloy Origins 60 también es un teclado mecánico. La única desventaja de estos —a mi juicio, para nada experto— es que son mucho más ruidosos de lo común; en estos tiempos de pandemia y teletrabajo, estar tecleando durante una videollamada es una práctica muy poco recomendable.
Pero a cambio tienen otras ventajas, como la sensibilidad al presionar cada tecla. Aquí podríamos discutir casi como si se tratara de una háptica, porque todo se reduce a la sensación que deja un teclado mecánico en la yema de los dedos. Es difícil de explicar, pero para mucha gente el feeling de un teclado mecánico es superior al de uno convencional. Y esto no se reduce a modelos como el probado, sino que también a teclados más baratos y viejos, como los que venían en las computadoras de los noventa.
Luego de unos días de usar el Alloy Origins, volví por un rato al teclado de la iMac y lo sentí extraño. Repito: todo esto es cuestión de costumbre, pero la sensación de presionar teclas con más recorrido y con cierta resistencia me resulta más agradable, sobre todo en una actividad en la que transcurre gran parte de mi día. “Teclear no debiese ser un martirio, sino todo lo contrario”, le oí a alguien decir una vez y creo que tiene razón.
Eso sí, el Alloy Origins 60 es un teclado orientado al segmento gamer: está plagado de luces y colores que lo hacen resaltar al lado de aparatos más grises y aburridos como los que tengo en mi escritorio.
Pero el esquema de luces no es solo accesorio, sino que tiene algunas funcionalidades útiles al momento de jugar. Por ejemplo, mediante la aplicación propietaria se pueden asignar colores específicos a ciertas teclas o ajustar las funcionalidades de algunas. Esto es útil para mover de lugar algunas de ellas y cambiar combinaciones que utilizan el botón FN.
Aún así, la aplicación se queda un poco corta en algunos aspectos que, hasta el momento de escribir esto, no pude (o no supe) resolver. Por ejemplo, los caracteres “mayor que” y “menor que” en este teclado aparecen solo si se utiliza la configuración de idioma inglés en Windows y ni siquiera configurando un macro dentro de la aplicación fue posible agregarlos.
Lo cual revela el gran “pero” de estos teclados al 60 por ciento: hay caracteres que aquí simplemente no existen. Por ende, no se trata de un teclado que sea útil para todo mundo y aquí es donde pienso en programadores o personas que se dedican a alguna tarea que requiera esos símbolos especiales. Este teclado no es para ellos.
Pese a lo anterior, mi experiencia con este teclado mecánico resultó muy cómoda por varios motivos. Por un lado, ahorró espacio en mi limitado escritorio y eso de por sí ya es ganancia. Luego, está el tema de la sensibilidad de las teclas —el Alloy Origins 60 utiliza el mecanismo Cherry MX Red— que es muy agradable, como todos los teclados mecánicos.
Y por último, el hecho de que sea configurable, ya sea en iluminación o en las mismas teclas es un buen extra, incluso con el problema de los caracteres inexistentes.
Luego de varias semanas usando el Alloy Origins 60 de HyperX, se me hace difícil volver a un teclado tradicional, aunque sea solo por el hecho de escuchar el sonido constante del tecleo. Los que hayan dado el salto, seguramente me van a entender.
Y lo más probable es que dentro de un año busque un teclado nuevo, aunque sea solo por tener dos de los mismos.