Ingenieros descubrieron las probables causas por las que los teléfonos Samsung presentaron serios problemas de seguridad, y parece que no están asociados con una falla en los componentes de las baterías.
Una serie de estudios en los que el Galaxy Note 7 fue desarmado y sus componentes analizados, podría haber proporcionado una idea de por qué este teléfono era propenso a las explosiones, causando que Samsung cancele completamente su producción.
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Mientras que es obvio que la batería era una razón dominante para el fallo del dispositivo, un nuevo informe demuestra cuál podría haber sido la causa principal.
Después de conseguir algunos teléfonos Galaxy Note 7 –lo que no fue tarea fácil porque fueron retirados del mercado, ingenieros de la compañía de fabricación de tecnología Instrumental los desarmó para tratar de descubrir qué es lo que habría ocurrido.
Ellos se dieron cuenta que la batería estaba tan apretada dentro del cuerpo del Galaxy Note 7 que cualquier presión de la expansión de la batería, o el estrés en el propio cuerpo del teléfono, puede apretar capas dentro de la batería que se supone que nunca deberían entrar en contacto las unas con las otras, produciendo resultados explosivos.
Las baterías se hinchan bajo el uso normal, y además ponemos extra estrés en el cuerpo de un teléfono si lo guardamos en nuestro bolsillo y nos sentamos, o si lo dejamos caer. Las tolerancias para la expansión de la batería deberían estar incorporadas en los teléfonos inteligentes durante el diseño.
Pero el equipo de ingenieros reportó que Samsung usó «un proceso de fabricación altamente agresivo para maximizar la capacidad». En otras palabras, el Galaxy Note 7 fue diseñado para ser lo más delgado y elegante posible, y al mismo tiempo contener la capacidad máxima de batería, para competir mejor contra dispositivos rivales tales como el iPhone 7 y mejorar sus propios modelos anteriores.
El informe especula que cualquier presión ejercida sobre la batería en su espacio confinado podría haber comprimido capas positivas y negativas dentro de la propia celda, que ya estaban más delgadas que de costumbre en la batería del Note7. Esto, habría causado que entren en contacto, se calienten, y eventualmente se incendien. Y en algunos casos, exploten.
Al profundizar sobre el diseño, los ingenieros dicen que el espacio sobre una batería dentro de un dispositivo necesita un «techo» que equivale a aproximadamente al 10 por ciento del grosor total. El Galaxy Note 7 debería haber tenido un techo de 0.5mm. Pero el teléfono no tenía ninguno. «Esta es una regla tan básica, que romperla debería haber sido intencional», dice el equipo, agregando que «se envió un producto peligroso».
El fiasco del Galaxy Note 7 podría costar a Samsung más de 20.000 millones de dólares, e informes de esta naturaleza no ayudarán a restablecer la confianza en la marca. Sin embargo, vale la pena reiterar que este no es un informe de Samsung, por lo que ninguno de los resultados son oficiales. Es un reporte realizado por una compañía que produce software y equipos para pruebas de calidad en la fabricación de dispositivos. Esto significa que, aunque tienen un equipo profesional de ingenieros, también esto le podría ayudar a promover sus propios productos y soluciones en este mercado. De todas formas, el reporte no deja de ser interesnte.
Se espera que el próximo lanzamiento de un nuevo smartphone de Samsung sea el Galaxy S8, a principios de 2017. Habrá que ver cómo les va.