Nunca tuve un iPhone. Quiero decir: los conozco de cerca, más aún en el trabajo que desarrollo. Han pasado muchos modelos por mis manos, pero nunca han sido “míos”: si bien entre 2005 y 2011 fluctué entre Nokia, Motorola y Xperia, ya en 2012 compré mi primer Samsung Galaxy S, y desde entonces nunca más abandoné la compañía surcoreana: ni a la marca, ni a la gama, ni el sistema operativo de Google.
Curiosamente, en mi trabajo siempre he usado computadores Apple. En realidad, me acostumbré a trabajar en ellos aún antes de que la disputa iOS vs. Android existiese, y nunca vi en esto nada contradictorio. Los más jóvenes quizá no lo sepan, pero eso de la “integración de ecosistemas” es algo más bien nuevo y, en lo personal, nunca me “dolió” pasar las fotos de mi Samsung a mi Mac usando un cable y un programa tipo SmartSwitch.
¿Y si tuviese la oportunidad de usar durante unos meses un iPhone de gama similar al dispositivo Android que actualmente tengo? La intriga siempre la he tenido: ¿me gustará o me desilusionaría? ¿Se confirmará mi “fidelidad” en Android, o tendré dudas? ¿Será “tan especial y único” como pregonan a los cuatro vientos los acólitos de Cupertino?
Desde hace más de un año tengo un Samsung Galaxy Note 10 Plus, y ahora he tenido la posibilidad de usar durante varias semanas un iPhone 11 Pro Max. Te cuento qué pasó.
Sacándolo de la caja
Si de algo saben en Apple es de diseño y apariencia. Como cualquier producto de la manzana, el iPhone viene en una presentación minimalista que prácticamente te pide encenderlo y comenzarlo a usar. Nada de catálogos ni curvas de aprendizaje: enciendes, configuras y ¡a disfrutar! ¿Vienes de Android? Pues hay allí una aplicación de iOS que te vendrá muy bien: Trasladar a iOS, que instalas en tu Android y se encarga por sí sola de pasar todas tus aplicaciones, contactos, mensajes y fotos de tu teléfono al nuevo iPhone. Antes de usarla, es buena idea hacer una “limpieza” de apps, fotos y demás archivos que no necesitas. Como sucede con los objetos, hay un montón de información en forma de fotos, mensajes y aplicaciones que realmente no necesitamos guardar, y hará que el traslado de un teléfono a otro sea también más rápido.
Pero aún antes de poner los dos teléfonos frente a frente, hay algo muy significativo: el Samsung Galaxy Note 10+ parte con desventaja. ¿Cuál? Que es un teléfono que, aun cuando tiene prácticamente la misma edad que el iPhone 11 Pro Max, no cuenta con la última versión del sistema operativo de Google, en este caso, Android 10.
Así es: Samsung tiene una consabida reputación de tardón con las actualizaciones de Android. Y cuando estas finalmente llegan, no siempre son universales, ya que dependerán del operador que uses, del país en el que estés y de alguna cosa más que casi es mejor no saber. El iPhone 11 Pro Max, en cambio –al igual que el iPhone X y modelos anteriores– cuentan con la última actualización del sistema operativo, en este caso, iOS 13.6.1.
Face ID
Aquí tampoco hay mucho que discutir: el Face ID es el mejor sistema de desbloqueo que hay, y por mejor queremos decir rápido, fácil y seguro. Odié cuando el desbloqueo por huella dactilar pasó –en los modelos Galaxy– de la parte posterior a la pantalla. Más de alguno opinará lo contrario, pero sigo creyendo que fue innecesario moverlo, sobre todo –como en el caso del Note 10– cuando no acaba nunca de funcionar bien. Android tendrá algún día que desarrollar su propio sistema de reconocimiento facial al nivel del iPhone –los que actualmente existen no dan la talla–, o volver a colocar el detector dactilar en la parte posterior o lateral, al alcance de un fácil movimiento de dedos, cosa que –por lo demás– sabemos que no hará.
Nada más que decir. Aplausos, iOS.
Pantalla de inicio… ¿dónde estás?
El iPhone reemplaza la pantalla de inicio de los teléfonos Android por una pantalla… pues de aplicaciones. Si desplazas con tu dedo a la derecha, aparece una pantalla de widgets que puedes personalizar. ¿Es una gran diferencia? Quizá Android ordena mejor sus aplicaciones, y cuando lo desbloqueas aparece una pantalla que suele contener las aplicaciones que más usas, junto con una barra –en mi caso, al menos– de búsqueda de Google. Pero no: no es una diferencia gravitante, y el gusto o disgusto dependerá de la pura y llana costumbre. La personalización, en todo caso, es casi una marca registrada de Android, y dudo que alguien que usa por primera vez un iPhone se sienta cómodo con el formato impuesto por Apple.
Lo de las esquinas superiores es otra cosa.
Seguro que hay gente con manos grandes y dedos muy largos… Pero al resto de los mortales nos cuesta alcanzar las esquinas superiores de la pantalla si estamos usando solo una mano. El gesto o pestaña de retroceso en el iPhone está en la esquina superior izquierda. Si deslizamos desde la esquina superior derecha se abre el denominado Centro de control, el cual también se puede personalizar. Pero en ambas circunstancias, tendrás que usar los dedos la otra mano. En realidad, también tendrás que hacerlo así en tu Android para alcanzar aplicaciones o pestañas que estén en la parte superior de la pantalla, pero en el caso de la pestaña de retroceso, situarla en la parte inferior de la pantalla es un gran punto a favor.
Aplicaciones son amores
Son números que van cambiando día a día, pero se estima que Android cuenta con (aproximadamente) medio millón más de aplicaciones que iOS: la Play Store de Google tiene unas 2.8 millones, contra 2.3 de la App Store.
¿Gana Android, entonces? Nadie necesita 2.8 millones (ni 2.3, ¡ni la quinta parte!) de aplicaciones en sus teléfonos. Como en la vida misma, cantidad y calidad no son directamente proporcionales, y nos atrevemos a apostar que prácticamente todas las aplicaciones que usas en tu Android las encontrarás en iOS, y viceversa.
Android cuenta con Apps exclusivas, pero no son para todos, y el usuario “promedio” ni lo notará. La tienda de Apple, además, se ve mejor, con eventos y sugerencias a diario. Por cierto: si lo tuyo son los videojuegos, encontrarás mejor variedad y calidad en iOS. Además, el compromiso con la seguridad de Apple es reconocido incluso por los fanáticos de Android, lo que hace muy poco probable que una aplicación de la App Store te dé problemas. Android es una tierra de oportunidades y aventuras para desarrolladores y consumidores. Como el Lejano Oeste: puede ir todo bien, o todo muy mal.
Luz, cámara…
Hace ya tiempo que dejamos de comprar teléfonos con cámaras y empezamos a consumir sofisticados sistemas de lentes con pantallas táctiles de ultra alta definición que incluyen un celular. Y es así: al momento de escribir este artículo, tengo en mi poder –supuestamente– el mejor sistema de cámaras de la telefonía móvil del momento. Después de usarla, quisiera precisar lo siguiente: es una cámara increíblemente efectiva, con un modo nocturno sobresaliente que quizá puedas conseguir en otros móviles, pero necesitarás de una configuración que, en el caso de Android, es de todo menos intuitiva.
El sistema de cámaras del Galaxy Note 10+ cuenta con un modo Pro, el cual te abre un abanico de posibilidades… si antes has aprendido un par de rudimentos de una cámara profesional, claro.
Lo cierto es que llevo semanas jugando con ambas cámaras, y aún no me atrevería a decir que, al final, una es mejor que otra. Eso sí: cuando se trata de sacar la cámara, apuntar y disparar, o grabar vídeos en cámara lenta, los resultados suelen ser mejores en el iPhone.
El Galaxy Note 10+ tiene una configuración de pantalla completa que hace que las fotos tiendan a verse mejor en la enorme pantalla del 6.8 pulgadas del teléfono. Pero esa diferencia deja de ser gravitante al ver las mismas imágenes en una computadora.
Por lo demás, la App Store cuenta con no pocas aplicaciones para la edición de fotos que te darán resultados espectaculares. Eso sí: las mejores son de pago, aunque ofrecen una o dos semanas de prueba gratuita.
Mas parecidos que diferentes
Hace diez años, las diferencias entre iOS y Android eran evidentes, y no es un secreto que el sistema operativo de Google ha redoblado esfuerzos para estar a la altura de Apple. ¡Y vaya que lo ha conseguido! Hoy, salvo aspectos puntuales –ecosistema, seguridad, estética– no parecen existir dogmas en la militancia de los sistemas operativos. De hecho, no fueron pocos los que vieron muchas cosas “de Android” en la presentación de lo que será el nuevo iOS 14 (con su correspondiente lluvia de memes, claro), por lo que ahora incluso parece que es iOS quien sigue la estela de Android.
Por lo demás, en mi experiencia personal, he visto que buena parte de los vicios y virtudes del uso diario se reparten equitativamente: ¿esos videos que me encontraba al navegar y que tardaban tanto en cargarse en mi Galaxy Note 10+? Pues tardan exactamente lo mismo en cargarse en el iPhone 11 Pro Max. ¿Esos pop-up o ventanas emergentes publicitarias que a la mínima te llevan a otra página? Pues son pan de cada día en ambos sistemas. Y, si bien es evidente que las figuras y gráficos se ven mejor en el iPhone, los que no usamos el teléfono de Apple todavía no entendemos la insistencia en el puerto Lightning, más aún cuando el USB-C ya es omnipresente en MacBook o iPad. Google Maps sigue siendo superior a la aplicación de Mapas de iOS, y Siri vence sin problemas a Bixby, pero no lo tiene fácil con el Asistente de Google. La batería de iPhone también dura menos, y carga más lento con el cargador que viene en la caja. Las cosas como son.
El ecosistema es lo irresistible
¿Tienes un teléfono Samsung, un reloj Garmin y una laptop Dell? Por supuesto que podrás sincronizar lo que necesites, pero incluso los anti-Apple más acérrimos reconocerán que el ecosistema Apple simplemente fluye como ningún otro.
Hace ya años que Apple entendió que un conjunto de gadgets interconectados y hablando el mismo idioma –tanto en diseño como en rendimiento, tanto en interfaz como en posibilidades– crearían una serie de productos imbatibles, tanto que –incluso– no importaba que costasen más que los de la competencia. Todos funcionan a un solo ritmo, con la misma efectividad, requiriendo solo de un Apple ID para coordinarse. Aún más: tuve la oportunidad de probar el iPhone con los auriculares AirPods Pro, y la integración con el iPhone, iMac y MacBook es casi más simple que la que se da al conectar unos audífonos mediante un cable. El iPhone reconoce los AirPods al momento, indicándote cuanta batería tienen junto con su estuche-cargador. Funcionan igual de bien en las computadoras y iPad de la compañía, como una muestra más de que lo que importa es la integración de los distintos gadgets a una sola corriente: el ecosistema Apple.
¿Lo malo de esto? Para disfrutarlo, deberás tener a tu disposición varios productos de Apple, los cuales no son precisamente económicos. Pero ¿sabes qué? En los últimos años, los fabricantes de la competencia han subido sus precios (Samsung, Huawei, OnePlus), lo cual no deja de ser llamativo. Apple aún está lejos de ser una marca “asequible” aunque sus teléfonos iPhone SE han entrado de lleno en la batalla por la gama media, y lo han hecho pisando fuerte. Se trata de teléfonos con el mismo sistema operativo que el iPhone 11 Pro Max, aunque cuestan menos que varios de la competencia.
En Android es posible encontrar teléfonos por poco más de $100 dólares, y también modelos al alcance de muy pocos, con precios por sobre los $1,500. Mucha gente me ha dicho que ni el más barato es recomendable ni el más caro vale realmente tanto dinero. En cambio, con el iPhone parece existir el acuerdo universal de que realmente obtienes lo que pagas. En este caso en concreto, con el iPhone 11 Max Pro obtienes el mejor teléfono que Apple puede venderte a día de hoy. Y eso –lo sabemos– es mucho.
En mi caso particular, tampoco puedo negar que la consabida integración del iPhone en su ecosistema me ha venido de maravillas, tanto con mi iMac como con el MacBook Pro que uso para trabajar. Con solo agregar los dispositivos al Apple ID, tengo todo al alcance de la mano: respondo llamadas y mensajes en la pantalla del computador, y las fotos que tomo están disponibles ya en mi laptop sin necesidad de cables ni demás acciones. Y si bien los 5 GB gratuitos que da iCloud pronto se quedan cortos, siempre puedes hacer limpieza y eliminar archivos que no necesitas. Y claro, también puedes comprar más espacio, cosa que en el terreno laboral es muy razonable hacer.
En definitiva: el trabajar a diario con computadoras Apple hace que el iPhone sea bastante irresistible. Teléfono y computadoras se complementan de una manera que no consigues con Android, por mucho que lo intentes.