Con los avances en el transistor de efecto de campo metal-óxido-semiconductor (MOSFET) en los noventa, que permitió la proliferación de redes móviles inalámbricas y chips de circuitos integrados, Frank Canova, un ingeniero de IBM, descubrió que la tecnología de chip e inalámbrica podría usarse en dispositivos de mano.
Su hallazgo derivó en que durante la convención COMDEX en Las Vegas, en noviembre de 1992 (hace 29 años), la compañía tecnológica presentara un prototipo de teléfono inteligente llamado Sweetspot.
En primera instancia, la compañía se acercó a Motorola para desarrollar el producto, pero esta rechazó la oferta, preocupada de que IBM pudiera convertirse en un fabricante de móviles rival.
IBM luego se acercó a Mitsubishi Electric para construir el dispositivo, compañía que integró funciones de su propio asistente digital personal inalámbrico (PDA) y tecnologías de radio celular al fabricar el dispositivo de IBM.
Luego, el prototipo pasó a llamarse “Angler”, pero antes de su debut público en la Wireless World Conference en noviembre de 1993, los ejecutivos de BellSouth le dieron al aparato su nombre final: “Simon Personal Communicator”, más conocido como IBM Simon.
Si bien el término “teléfono inteligente” no se acuñó hasta 1995, debido a las características y capacidades del aparato, es conocido históricamente como el primer teléfono inteligente del mundo.
BellSouth había planeado comenzar a vender a Simon en mayo de 1994, pero debido a problemas con el software del dispositivo finalmente salió a la venta en agosto de 1994.
El voluminoso Simon, similar a un ladrillo en su tamaño y grosor, presentaba una pantalla táctil LCD verde (a la cual se podía acceder con un lápiz táctil), funciones de texto predictivo y permitía a los usuarios enviar y recibir llamadas telefónicas, correos electrónicos, páginas móviles, faxes, etc.
También incluía 11 aplicaciones integradas: lista de tareas, calendario, calculadora, programador de citas, bloc de dibujo electrónico, reloj mundial, teclados en pantalla, anotaciones escritas a mano y libreta de direcciones.
Sin embargo, a pesar de que era un dispositivo de mano, medía 23 cm de longitud, 6 cm de ancho y pesaba medio kilo, así que no era precisamente un teléfono portátil como los que utilizamos hoy día.
Tampoco se trataba de un dispositivo barato; con todas esas funciones y tecnología, era algo de esperar. Costaba $899 dólares si el usuario contrataba el servicio de BellSouth por dos años o $1099 sin contrato.
Lamentablemente, el teléfono demostró varios problemas, como una duración de batería de solo una hora y que era poco ergonómico. Además, fue un fracaso en ventas, ya que varios informes señalaron que el dispositivo solo pasó seis meses en los estantes (entre agosto de 1994 y febrero de 1995).
Durante ese periodo BellSouth Cellular vendió aproximadamente 50,000 unidades, y con el tiempo, el precio del teléfono incluso se redujo a $599 dólares con un contrato de dos años.
De cualquier manera, el primer teléfono inteligente, que en ese tiempo se vendía como un híbrido entre teléfono móvil y PDA, fue víctima del avance natural de la tecnología.
Por un lado, el Simon estaba adelantado a su tiempo. Tenía un montón de características innovadoras presentes en los teléfonos más modernos: un sistema operativo, una pantalla táctil y la variedad de aplicaciones. Sin embargo, el problema fue que el Simon no contaba con el hardware para aprovechar todo lo que ofrecía el teléfono.
Asimismo, a mediados de la década de los noventa también aparecieron los teléfonos plegables, el dominio de Nokia a lo largo de la década de los 2000 y los nuevos teléfonos compatibles con internet que siguieron el camino hasta llegar a los dispositivos que utilizamos actualmente.