Pocos productos han sido tan transgresores como los teléfonos móviles: han transformado por completo nuestro día a día, han sentenciado a una ‘casi muerte’ a las cámaras de fotos compactas, han revolucionado el mundo de la música y por extensión, han dado una dentellada significativa al de los video juegos y el entretenimiento. Hoy en día, resulta inimaginable no tener un teléfono, aunque seguro que podríamos prescindir de cualquier otro dispositivo que en otros tiempos eran necesarios. Ahora bien, ¿hacia dónde se dirige exactamente este dispositivo que nos acompaña a todas partes?
Lo primero que conviene recordar es que la tasa de penetración de los teléfonos celulares ha alcanzado máximos en los países más desarrollados ¿qué quiere esto decir? Que los fabricantes ya no pueden vender más teléfonos por la sencilla razón que se ha agotado, por saturación, la capacidad de compra, y se ven abocados a los temidos ciclos de renovación de los teléfonos. Y este dato no es baladí: esta saturación lleva de la mano la consiguiente reducción de ventas, en términos brutos, y esto de alguna manera beneficia y perjudica al usuario. Lo explicamos.
Más innovación… ¡pero a un precio!
Los principales fabricantes de móviles se han visto en una endiablada circunstancia: no pueden vender más producto, como apuntamos, por saturación, y esto obliga a intentar seducir al comprador con nuevos avances que justifiquen un cambio. En esta parte, el usuario sale ganando pues la innovación termina por llegar antes al mercado (lo hemos visto en los sistemas de desbloqueo, mejora de cámaras, etc.). Pero el comprador paga un caro peaje por ello: al reducirse las ventas, los fabricantes se ven obligados a subir el precio de la gama alta para mantener los márgenes…
Esto explica por qué en la gama premium nos estamos encantando con terminales cada vez más sofisticados pero con unos techos de precio que hace tan solo dos años no nos hubiéramos imaginado ¿1,200 euros por un iPhone? Sí, esta realidad es ya palpable, pero quienes saquen todo el jugo a estos dispositivos, estarán dispuestos a pagar por ello.
Un repaso a la tecnología más inminente
Así las cosas, marcas como Samsung, Huawei o Apple, entre otros, han lanzado un calendario de innovaciones de las que algunas posiblemente veamos en nuestros dispositivos en los meses y años venideros, pero la gran mayoría caerán en el olvido. ¿Cuáles son las que pretenden transformar el mundo de la telefonía actual?
Teléfonos plegables
Se trata de un salto arriesgadísimo –como hemos tenido la ocasión de comprobar– en el que quien acierte se puede llevar el premio gordo, pero si la innovación no cuaja, se habrán perdido millones en investigación y desarrollo y se habrá ido por el sumidero buena parte de la imagen de marca de quien apueste por ella. Sí, apuntamos a Samsung como principal exponente de este nuevo formato que no queda claro que vaya a cuajar en el mercado ¿Por qué? Porque a riesgo de equivocarnos, no hay, hoy por hoy, una necesidad real de contar con una pantalla más grande en el bolsillo.
Esto es, con teléfonos que cuentan ya con pantallas que superan las 6 pulgadas ¿hay una necesidad real de duplicar este tamaño pagando un dineral por ello? El tiempo lo dirá, pero por el momento, marcas como Apple (mucho más cautas a la hora de adoptar nuevas tecnologías), han renunciado a ello, y quienes han apostado por ello, han disparado el precio unitario de los dispositivos a límites difícilmente asumibles por el comprador medio.
5G, sí pero no
Otro tanto podemos decir de otra tecnología, no responsabilidad única de los fabricantes, pero que se encuentra en una fase todavía, dudosa. A diferencia de la anterior, podemos confirmar que el 5G ha llegado para quedarse pero su despliegue es mucho más lento y costoso que otras tecnologías de red, por ello conviene tomárselo con calma. Por un lado, exige que los operadores aumenten el número de repetidores para lograr una mejora real en cobertura y velocidad.
Y por otro, obliga a los fabricantes a hacer un esfuerzo en lo que toca al desarrollo tecnológico de sus procesadores y las baterías que lo mueven todo. Además, las redes actuales 4G ya permiten un disfrute pleno del contenido multimedia por lo que el 5G parece más bien un adelanto de lo que tendremos que una necesidad real hoy en día.
¿Qué veremos en el futuro?
Como estamos comprobando, la carrera hacia el futuro es tan alocada y precipitada que se están adelantando tecnologías a su tiempo, cuando ni el mercado ni el resto de los protagonistas están realmente preparados. Pero nos encanta jugar a adivinos y vamos a arriesgarnos, desde estas líneas, a especular sobre lo que puede llegar en los próximos años.
La carga de los teléfonos cambiará para siempre
Imagina entrar a tu casa o café favorito y que tu teléfono, auriculares y todos los dispositivos compatibles, se carguen automáticamente y de forma inalámbrica gracias a nuevas tecnologías de carga wireless y sin contacto que dejen atrás la inconveniencia de los cables. No es, en realidad, un brindis al sol, esta tecnología se está probando ya.
Un revolucionario sistema de interacción
Tener que teclear en la pantalla del teléfono (o en un teclado físico) en un engorro anacrónico del que todavía no nos podemos zafar. Los fabricantes lo intentan con asistentes por voz cada vez más capaces, pero que siguen siendo falibles y por ello, son usados por un nicho de mercado que ha logrado relacionarse con ellos. El resto, seguimos confiando a Siri el despertador, temporizadores y la previsión del tiempo, nada más. Pero… ¿y si en un futuro pudiéramos relacionarnos con el teléfono con el iris? ¿Y con el pensamiento? Hey, déjanos este pequeño margen de ficción, pero en realidad ya pueden aprovecharse los componentes eléctricos del cerebro para interpretar órdenes.
¿Habrá, realmente, teléfonos?
Si miramos todavía más hacia el futuro… ¿Será realmente necesaria la existencia de los teléfonos? Si la interacción avanza tanto como pensamos e integramos sistemas biométricos en nuestro cuerpo, es muy factible que todo suceda ya dentro de nuestro cerebro y no necesitemos una pantalla, aunque esto es jugar tal vez demasiado a adivinos de la ciencia ficción.
Sea como sea, lo que viene seguro que es apasionante.