Antonio Meucci nació el 13 de abril de 1808 en Florencia. El genio italiano tuvo una destacada vida como inventor, sin embargo, su figura siempre permaneció en las sombras.
Meucci, aceptado a los 13 años en la Academia de Bellas Artes de Florencia, recién tuvo algo de reconocimiento en junio de 2002, cuando el Congreso de Estados Unidos recordó la labor del italiano en la invención del teléfono bajo la Resolución HR 269, que siempre había sido adjudicada a Alexander Graham Bell.
Fue la necesidad de comunicarse con su esposa lo que forzó a Meucci a desarrollar un novedoso dispositivo. Lo hizo dos décadas antes que Bell al construir un aparato que le permitió conectar el dormitorio donde se encontraba su mujer (enferma de reumatismo) con su laboratorio.
Para aquel entonces, Meucci y su esposa habían abandonado Florencia para instalarse en La Habana, Cuba. El inventor ya había realizado varios experimentos aplicando sus conocimientos en química y mecánica.
En uno de estos ensayos, el italiano descubrió que la electricidad podía transmitir la voz humana, lo que constituye el principio básico del funcionamiento del teléfono.
¿Cómo lo descubrió?
Meucci aplicaba electroterapia a un paciente cuando este recibió una fuerte corriente que lo hizo gritar. En ese momento, el mismo Meucci, que se encontraba en otra habitación, creyó haber escuchado más claramente el sonido de lo que era posible debido a la distancia de por medio. Luego, comprobó que uno de los cables le llevaba de forma tenue la voz de su paciente.
Para 1850, el matrimonio viaja a Estados Unidos, donde se establecen y Meucci utiliza el aparato para comunicarse con su esposa enferma.
El inventor perfecciona su “telégrafo parlante”, y en 1857 construye el “teléfono electromagnético”, que estaba formado por una barra de acero imantada, una bobina de alambre y una lámina de hierro que funcionaba como diafragma.
Si bien Meucci da a conocer su teletrófono en 1860, este no logra despertar mucho interés en los medios de comunicación de la época y tampoco consigue ningún acuerdo comercial.
A raíz de esto, el italiano sufre varios años en una severa crisis económica que le impide pagar la patente por su invento, algo que por fin consigue en 1871, cuando logra registrar su “telégrafo sonoro”. Consigue renovar la patente por dos años, pero nuevamente se queda sin fondos.
Cinco años después, en 1876, Bell patenta su propio invento, que logra demostrar públicamente. Para ese entonces, la compañía Bell ya contaba con recursos, por lo que no tuvieron problemas para renovar la patente.
En ese mismo periodo, Meucci era tan pobre que sobrevivía gracias a la asistencia pública. El genio italiano muere en la más absoluta pobreza material el 18 de octubre de 1889.