Uber, el polémico servicio de taxis privados contratados a través de una aplicación de smartphone, acaba de ganar su batalla contra la ciudad de Nueva York y el alcalde Bill de Blasio tras el anuncio que la ciudad no intentará frenar la expansión de Uber en Nueva York, según informa The New York Times.
Todo comenzó cuando el gobierno municipal trató de frenar la gran expansión de servicios como Uber y Lyft con los argumentos de que la nueva oleada de autos empeoraría el tráfico ya intenso de la cuidad. Bajo la nueva legislación del alcalde, compañías como Uber con 500 vehículos o más solo podrían incrementar sus autos en un 1% anual. Inmediatamente, Uber lanzó una campaña en contra del alcalde acusándolo de estar al servicio de la Comisión de Taxis y Limosinas (TLC pos sus siglas en inglés), la agencia que controla los taxis tradicionales de la cuidad.
Actualmente, hay más autos registrados con Uber en Nueva York que taxis amarillos. Según los datos de Uber, 15,000 vehículos se inscribieron para transportar a los usuarios en las calles de Nueva York, mientras que el TLC dice que aproximadamente 13,000 taxis amarillos operan en la Gran Manzana.
Sin embargo, Uber lanzó una tremenda campaña en Nueva York argumentando que el plan del alcalde costaría miles de empleos, afectaría al servicio de Uber en áreas más necesitadas y aumentaría el tiempo de espera de autos de esta empresa. Por su parte, di Blasio expresó que Uber es una corporación multimillonaria que no representa los intereses de la gente de Nueva York, sino los de su propia compañía.
Bajo el nuevo acuerdo, la ciudad llevará a cabo un estudio de cuatro meses para ver el efecto que Uber y otros servicios similares tienen en el tráfico y medio ambiente de la ciudad. Aunque la amenaza de una tapa todavía existe, Uber podrá contratar nuevos conductores hasta que la ciudad revele los resultados de su estudio.