La lógica indicaría que el robo de vehículos campea por la noche en calles oscuras, carentes de iluminación pública, que favorecerían la impunidad de los criminales. Sin embargo, un estudio de la London School of Hygiene and Tropical Medicine, publicado en la revista Journal of Quantitive Criminology, echó por tierra tal suposición.
El académico Phil Edwards explicó que la investigación fue motivada por los temores ciudadanos respecto de los sistemas de iluminación nocturna más sustentables. Como una medida para mitigar las emisiones de carbono, ciudades de Europa han optado por apagar las luminarias a partir de la medianoche.
“Muchas autoridades locales de Reino Unido han introducido la iluminación nocturna parcial en carreteras residenciales urbanas y rurales tranquilas, que tienen muy poco uso después de la medianoche, para ahorrar costos de energía y reducir la huella de carbono”, detalló.
Para llegar a un resultado concreto, los investigadores analizaron datos de casi 10 años, observando el comportamiento de los delincuentes con luminarias nocturnas parciales, con atenuación después de la medianoche y luz blanca brillante constante.
La investigación no halló relación alguna entre el aumento de los delitos o los robos y las calles más oscuras, postuló New Atlas. Uno de sus hallazgos más llamativos fue la reducción de los robos en vehículos aparcados después de que una calle introdujera la iluminación nocturna. “De hecho, el apagado de las luces de la calle a medianoche provocó un descenso de 50 por ciento en los robos”, ahondó.
También observó un “efecto de desplazamiento”: los criminales parecen alejarse de las calles con alumbrado nocturno, para estacionarse en aquellas bien iluminadas. “Por término medio, las calles cercanas bien iluminadas mostraron un aumento de 1.5 veces en los robos de vehículos que coincidió con la reducción de los robos en las calles con luz parcial”, citó el mismo medio.
Si bien no era la meta, de las pesquisas Phil Edwards tiene una explicación para la conducta de los antisociales. “Es posible que cuando el alumbrado se apaga después de medianoche, los delincuentes consideren que los costos de cometer un delito, como el uso de una linterna que probablemente levantaría sospechas entre los residentes y el riesgo de ser presenciado, son mayores que los beneficios”, estimó.
Según el académico, “cuando el alumbrado se apaga después de medianoche, es probable que las calles queden casi a oscuras, lo que significa que cualquier posible delincuente puede tener dificultades para ver si hay objetos de valor dentro de los vehículos, por lo que pueden optar por trasladarse a otros sitios”.