Muchos ignoran que el Yaris de Toyota es fabricado cerca de la frontera franco-belga o que el muy compacto Fortwo es ensamblado en una planta que Smart tiene en la ciudad gala de Ambach, cerca del límite con Alemania. La verdad es que -descontando los hiperautos de Bugatti– nadie en Estados Unidos ha comprado un automóvil francés nuevo en casi tres décadas.
Sin embargo, esta situación podría cambiar muy pronto, dado que el grupo PSA, que reúne a las marcas Peugeot, Citroën, DS, Opel y Vauxhall, anunció formalmente su pronto desembarco en Estados Unidos y Canadá con la primera de ellas, ausente allí desde 1991.
El confeso objetivo del conglomerado con sede en París es incrementar en 50 por ciento sus ventas fuera de Europa hasta 2021, lo cual implicará también el arribo de Citroën a India y Opel a Rusia, además del refuerzo de la presencia internacional de su marca de lujo, DS.
El anuncio del director ejecutivo del grupo PSA, Carlos Tavares, coincide con la difusión de positivos resultados financieros correspondientes a 2018, cuando sus ventas crecieron 18 por ciento respecto del año anterior, hasta los 74,030 millones de euros (84.4 billones de dólares).
¿Qué hay de nuevo?
La pregunta que surge es qué puede aportar Peugeot al mercado estadounidense a 30 años de su adiós, provocado por la debacle de sus ventas. Al menos en Estados Unidos, sus modelos fueron considerados derechamente extravagantes.
A lo largo de los años, se ha convertido en una marca más convencional con una amplia gama de sedanes, hatchbacks y SUV, que va desde el diminuto citycar 108 hasta la SUV 5008, una de cuyas configuraciones cuenta con lugar para siete pasajeros. Es probable que Peugeot compita contra las marcas principales como Honda y Toyota en los Estados Unidos.
El fabricante de automóviles también tiene un sólido historial en la competencia, que incluye victorias en el Campeonato Mundial de Rally (WRC), tres victorias en las 24 Horas de Le Mans y un récord de Pikes Peak International Hill Climb recientemente superado.
Así como millones de actuales conductores estadounidenses seguro ignoran la existencia de Peugeot, otros tantos quizá tampoco saben que la firma del león ganó en dos ocasiones las 500 Millas de Indianápolis, con el galo Jules Goux (1913) y el local Dario Resta (1915) al volante.
Sin embargo, aparte del 308 GTi hot hatchback, la mayor parte de la alineación actual de Peugeot no es precisamente apasionante de manejar.
La matriz PSA afirma que se está enfocando en los autos eléctricos y en la conducción autónoma, pero hasta el momento sus esfuerzos no han coincidido con los de otros fabricantes de automóviles.
El único modelo eléctrico actual de Peugeot es el iOn, un Mitsubishi i-MiEV de modesto alcance, tamaño pequeño y diseño anticuado. La compañía presentará una versión completamente eléctrica de su hatchback 208 en el próximo Salón del Automóvil de Ginebra. Esperemos que el auto sea más competitivo, porque la casa europea tiene mucho camino por recorrer tras la huella de rivales consolidados como el Bolt de Chevrolet o el Leaf de Nissan.
Punta de lanza
Desde 2016, se venía especulando incensantemente con el regreso de las marcas del grupo PSA a Norteamérica, específicamente con Peugeot y Citroën, sobre todo tras la adquisición a General Motors Opel de su división europea, que incluía la británica Vauxhall su hermana alemana Opel. De hecho, el actual Buick Regal es conocido en otras latitudes como Opel Insignia, así como el pronto a desaparecer Cascada, conocido en España como Opel Cabrio.
El conglomerado automotor aún no ofrece un cronograma específico para el regreso de Peugeot a Estados Unidos. El último anuncio oficial fueron planes para establecer una sede en Atlanta en 2018 y el lanzamiento del servicio de vehículos compartidos Free2Move en Washington. Actualmente, esa división emplea automóviles de otros fabricantes y también ha incorporado el servicio de bicicletas.
Norteamérica no ha sido la tierra de las oportunidades para las marcas del grupo PSA. A la desaparición de Peugeot en 1991 hay que sumar la salida de Citroën en 1975, no obstante algunas contadas importaciones privadas de algunos de sus sedanes.
Anteriormente, Vauxhall no había tenido mejor suerte y partió en 1962. Lo mismo ocurrió con Opel, que se marchó de Estados Unidos antes de comenzar la década de 1980, luego de compartir sin mucho éxito la línea productiva con Buick.