Tarde o temprano tenía que ocurrir. El encuentro de dos de los nombres más icónicos en el mundo automotriz estadounidense era inevitable. Por fortuna, la confluencia no ocurrió en un desastroso accidente como resultado del reemplazo del V8 modular de 4.6 litros de un Mustang GT de 2007 y su transmisión en favor del sistema motriz eléctrico de un Tesla Model S P85+ chocado. El resultado es el Testang que ves en las imágenes que acompañan este artículo.
El Testang cuenta 470 caballos de fuerza y más de 440 libras-pie de torque gracias a la pericia de AEM Electronics, el encargado del trasplante de tren motriz. AEM es un compañía que desde 1987 ha estado en el negocio de la manipulación de sistemas electrónicos automotrices con el diseño y la construcción de sus propias unidades de control de motor, o ECU por sus siglas en inglés. Ahora incursiona en el mundo de las conversiones de autos con motores de combustión interna a vehículos eléctricos.
El objetivo del proyecto era el de demostrar las capacidades de una nueva tarjeta de control de inversión diseñada por AEM, lo cual se evidencia al ver que el tren motriz original de Tesla, que contiene el motor, el inversor, los ejes y los frenos, normalmente produce 335 caballos de fuerza y 310 libras-pie de torque. La manipulación electrónica del tren motriz de Tesla, que se logra por medio de la tarjeta, es el origen del aumento en las cifras de potencia.
La batería, que no es de Tesla sino de una miniván híbrida, fue colocada en el frente del vehículo para una mejor distribución de peso. Uno de los motivos por el que se usó la batería de un vehículo híbrido es por su capacidad de descargar su energía con más rapidez, pero la elección también deja en evidencia que la autonomía no fue una de las prioridades del proyecto.
Motor Trend probó el Testang y reporta haber logrado recorrer el primer cuarto de milla en 11.78 segundos a 117 mph con neumáticos para calle, en una pista preparada para la tracción. Estas cifras son respetables para un Frankenstein automotriz hecho de partes usadas que aún se considera como un trabajo en curso.
Pero lo realmente importante del éxito del Testang es que demuestra, no por primera vez y con seguridad que no por última, la viabilidad de una segunda vida de los actuales automóviles de combustión interna como vehículos eléctricos. La conversión es relativamente sencilla de lograr y se hará cada vez más asequible a medida de que la industria de la conversión se haga más popular.