Hasta 2006, Apple tenía en su catálogo varios modelos de iBook y PowerBook, que componían su línea de equipos portátiles. Sin embargo, ese año la compañía presentó una evolución de lo que ya existía, pero ahora con un estilo renovado y un nombre nuevo: MacBook.
La primera generación de la MacBook debutó en la primera mitad de 2006, hace 15 años. Intel había realizado una transición importante en cuanto a sus procesadores: dejó de lado los chips PowerPC de IBM para saltar a los procesadores Intel. El objetivo era hacer equipos aún más portátiles y potentes, en un intento de evolucionar su oferta de laptops.
Las primeras MacBook llegaron con procesadores Intel Core Duo y de inmediato Apple ofreció dos modelos: MacBook y MacBook Pro. El primero sería un reemplazo del iBook; el segundo, iría directamente detrás de los usuarios de PowerBook.
Y más allá de que las especificaciones de la primera generación no son demasiado impresionantes en 2021, los dos modelos presentados establecieron los cimientos de lo que serían las MacBook hasta la fecha. La MacBook original era de 13.3 pulgadas, resolución de 1280 x 800 pixeles y 512 MB de RAM, suficientes para el usuario promedio.
En cambio, la MacBook Pro tenía más potencia y ofrecía opciones entre modelos de 15 y 17 pulgadas a 1440 x 900 pixeles de resolución, más 1 GB de RAM junto a un puñado de puertos USB 2.0, Firewire, ethernet, soporte para salida de video vía S-Video, Bluetooth, Wi-Fi y hasta MagSafe.
Cabe mencionar que la MacBook normal también traía aquellos puertos, pero en cuanto a potencia era la versión Pro la más interesante y en algunos aspectos triplicaba el rendimiento de los anteriores PowerBook. Ya desde las primeros MacBook, Apple tuvo resultados interesantes en cuanto a optimización de software para un hardware específico, lo que se mantendría como constante hasta la actualidad.
De la misma manera, en 2006 Apple adoptó la fórmula de renovar sus equipos con frecuencia. La MacBook Pro tuvo una nueva versión hacia finales de 2006, que incluyó un procesador a 64-bit y hasta el doble de RAM, 2 GB que, para la época, era un número casi monstruoso.
El éxito de la MacBook resultó tan evidente que la marca se estableció para no retirarse más. Las versiones siguientes de las portátiles no solo mejorarían los componentes internos, sino también el exterior: en 2008 llegarían las carcasas de aluminio a la MacBook de entrada para luego dar paso a las pantallas Retina, los paneles retroiluminados, el almacenamiento SSD y hasta la MacBook Air.
Lo que hoy se conoce como MacBook no ha cambiado mucho desde la concepción original de 2006, más allá de los detalles técnicos y las especificaciones. Asimismo, no todos los cambios han sido aceptados de buenas a primeras: ha habido detractores (y con justa razón) de la eliminación de algunos puertos, la introducción de la barra táctil TouchBar y el reciente cambio a los chips M1.
Aún así, en la actualidad la MacBook representa, por medio de sus distintas gamas, lo mismo que el diseño original de 2006.