Las criptomonedas y los NFT han conseguido bastante atención en los últimos años. De hecho, alrededor de 16 por ciento de los adultos estadounidenses dicen que han invertido, negociado o utilizado de algún modo las criptodivisas, según Pew Research.
Y es que es algo nuevo y emocionante, con usuarios que han logrado generar una fortuna notable con monedas digitales; por ello, hay gente que quiere entrar pronto a la próxima gran tendencia de inversión. Sin embargo, todavía hay dudas que inquietan a la comunidad: ¿qué pasa con los activos digitales si sus usuarios fallecen?
Esta es una mala noticia para muchos, porque actualmente no existen formas establecidas para garantizar que las criptomonedas se transmitan a los familiares. Sin un plan, los usuarios podrían morir y dejar a sus herederos sin acceso a una valiosa fuente de apoyo financiero y sin forma de recuperarla.
Pero incluso los inversionistas de criptodivisas que tratan de hacer planes con anticipación, junto con algunos abogados fiscales y asesores financieros con mentalidad criptográfica, se encuentran con complicaciones logísticas. Y ahora compiten por descubrir cómo hacer que la herencia funcione en la era del bitcoin, lo que sirve de recordatorio de que, a pesar de que las criptomonedas sean tendencia, todavía es una economía muy nueva.
La naturaleza de las criptodivisas hace que sea complicado transmitirlas. Estas por lo general se almacenan en una cadena de bloques (blockchain), que funciona como un libro de contabilidad digital formado por una red de computadoras en todo el mundo que registra las transacciones, como el intercambio de criptomonedas.
Las personas suelen realizar estas transacciones con claves públicas y privadas. Las públicas funcionan como números de cuentas bancarias y sirven como una dirección que se puede usar para enviar criptomonedas a otras personas. Por otro lado, las claves privadas sirven como contraseñas y están hechas de cadenas de caracteres únicos y extremadamente largos que desbloquean las criptomonedas.
Sin embargo, a diferencia de otros tipos de contraseñas, las claves criptográficas privadas no se pueden recuperar una vez que se pierden o se olvidan. Eso significa que, sin esas claves, las personas que tienen derecho a heredar las criptomonedas de sus seres queridos no podrán obtenerlas.
Entonces, ¿qué sucede con las criptomonedas cuando sus dueños fallecen? Técnicamente, nada. Como las criptomonedas se almacenan en una cadena de bloques, existirá un registro permanente de ellas. En otras palabras, las monedas virtuales existirán mientras exista la cadena de bloques sin importar si el usuario está vivo o muerto.
Ahora, cómo los seres queridos de la persona fallecida podrían usar el dinero virtual es otro tema, que depende en gran medida de si estos están al tanto y si saben cómo acceder a ello.
Para eso, algunas personas han adoptado un método analógico: escribir sus claves en una hoja de papel, la cual se guarda donde un miembro de la familia pueda encontrarla, mientras que otros usuarios confían en bolsas como Binance y Coinbase, que permiten a las personas intercambiar y vender criptomonedas en internet.
Si los seres queridos de alguien fallecido demuestran que tienen derecho legal sobre el dinero virtual, las plataformas mencionadas les entregarán el control de los activos criptográficos, de la misma manera que lo haría un banco.
Pero a algunos poseedores de criptomonedas no les gustan esas plataformas, ya que son un objetivo recurrente para los hackers. Asimismo, a otros tampoco les gusta la idea de ceder el control de sus criptomonedas a un tercero, ya que el concepto socava la razón por la que muchas personas se sienten atraídas por las criptomonedas en primer lugar. De hecho, Binance y Coinbase tampoco permiten a los titulares de cuentas nombrar a los beneficiarios directamente en la plataforma.
Por esa razón, algunas personas han recurrido a nuevas empresas que crean tecnología específica para la herencia criptográfica, como Safe Haven y Casa que, en esencia, permiten a las personas bloquear sus claves criptográficas dentro de varias capas de otras claves privadas, que luego pueden distribuirse entre varias personas diferentes.
Uno de esos usuarios es Rudy Steenhoek, gerente de información en Países Bajos que utiliza una estrategia que se conoce como el “dispositivo del hombre muerto”.
Este le dio a su esposa un disco duro con un tipo de clave. Si ella la usa, Steenhoek recibirá una notificación. Si él no responde a esa notificación dentro de un cierto periodo , el técnico supondrá que está incapacitado o muerto, y su esposa obtendrá en automático acceso a la información que puede usar para encontrar sus activos criptográficos.
Puede que suene complicado, pero en la práctica es una estrategia útil, pues la esposa de Steenhoek no necesitará convencer a ningún banco, ni siquiera a Safe Haven (la compañía que proporciona esta tecnología), de que ella es su legítima heredera.
Por otro lado, las personas ultramillonarias pueden permitirse una opción que no es tan improvisada al recurrir a una de sus formas favoritas de proteger su dinero, como los fideicomisos y las oficinas familiares.
Estas personas —que en su mayoría se han enriquecido al invertir en criptomonedas desde el comienzo o que han comprado como parte de su estrategia de inversión más amplia— almacenan su dinero virtual en instituciones financieras especializadas, las cuales se centran casi por completo en administrar los activos criptográficos de la élite financiera, como Anchorage Digital.
Si bien las opciones varían, se supone que todas protegen contra el peor escenario posible: bloquear a las familias de las criptomonedas de sus seres queridos para siempre. Sin estas claves, los familiares pueden pasar, a veces durante años, buscando los activos digitales de sus seres queridos.
En internet han aparecido personas que piden ayuda para buscar la criptografía de sus seres queridos; algunas familias incluso han contratado investigadores digitales forenses para encontrar los fondos perdidos, con la esperanza de hallar una pista sobre dónde la persona fallecida podría haber almacenado un registro de su clave antes de morir.
“Si no creas una copia de esa clave y la guardas en un lugar seguro donde las personas en las que confías puedan encontrarla y saber qué hacer con ella, entonces la riqueza que has acumulado en criptografía simplemente se va a quedar allí. Está bajo llave, almacenada en su dirección, y nadie puede acceder a esta”, dijo Matthew McClintock, un abogado que se especializa en la planificación patrimonial de criptomonedas a Recode.
En resumen, debes decidir mientras estés con vida cuánto te importa la seguridad de tus criptomonedas y cuánto te importa que tu familia acceda a tu riqueza digital una vez que fallezcas.