Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Viena y los Museos Nacionales de Escocia llegó a la conclusión de que el cerebro de los gatos domésticos es más pequeño en relación al de sus ancestros silvestres de África.
Investigaciones previas señalan que la domesticación de animales tiende a traducirse en una disminución en el tamaño del cerebro, situación que se ha documentado en perros, ovejas y conejos. Ante esta evidencia, los expertos decidieron verificar si la misma situación ha ocurrido con los gatos, que se estima fueron domesticados por primera vez hace 10,000 años.
Debido a que buena parte de los estudios que miden el tamaño del cerebro en gatos domésticos datan de las décadas de los sesenta y setenta, los investigadores decidieron hacer su análisis desde cero.
El trabajo comenzó por tomar medidas de capacidad craneal de una muestra representativa de gatos domésticos. El mismo proceso se aplicó a gatos africanos, considerados como ancestros modernos del felino doméstico.
Los expertos hallaron que el cerebro de los gatos domésticos es más pequeño que el de sus parientes silvestres.
El estudio fue publicado en la revista Royal Society Open Science.
A fin de comprobar que la reducción en el tamaño del cerebro de los gatos domésticos era atribuible al proceso de domesticación, los expertos también midieron la capacidad craneal de gatos silvestres europeos y varias razas híbridas. Los datos indicaron que sus cerebros tenían un tamaño intermedio entre los gatos domésticos y los silvestres.
Estudios previos sugieren que la razón detrás del encogimiento cerebral está ligado a un decrecimiento en la producción de células de la cresta neural, que se involucran en el proceso de responder a amenazas. A diferencia de sus símiles silvestres, los gatos domésticos enfrentan menos peligros. Después de todo, ¿qué amenaza habría en despertarse para maullar y acercarse a un plato?