Una misma habitación, una pareja. Están juntos, pero cada uno está observando su propio dispositivo electrónico: una tableta, un celular, una computadora. A veces, se invitan y ambos miran un video gracioso, un meme, una publicación, una serie…
Estos lapsos frente a los aparatos tecnológicos son normales en la gran mayoría de las parejas de seres humanos, pero podría estar perjudicando la estabilidad de las relaciones.
Así lo señala un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Alberta, en Canadá, y publicado en la revista Media Psychology.
Liderado por el académico Adam Galovan, el trabajo asegura que el tiempo en pareja pierde calidad a medida que aumenta el tiempo dedicado al uso por separado de equipos electrónicos.
“Los hallazgos sugieren que el deterioro de la relación o su crecimiento puede ocurrir por elecciones aparentemente pequeñas e insignificantes sobre cuándo, o cuándo no, atender un dispositivo con una pareja romántica”, destaca el profesor de ciencia familiar en la Universidad de Alberta.
El tiempo en pareja no solo puede dañarse cuando el uso de la tecnología es sostenido o continuo. De hecho, los pequeños momentos de abstracción, de forma acumulativa, también pueden llegar a ser perjudiciales. Sobre todo si su uso se convierte en una costumbre que pueda alienar poco a poco a la pareja.
“Las personas que tienden a ser usuarios intensos de tecnología o que ven a sus compañeros como usuarios intensos de tecnología, tienden a sentirse menos satisfechos y experimentan más conflictos en su tiempo libre de pareja, y se sienten peor acerca de su relación en general”, añade el estudio.
El profesor Galovan lo explica: “Nuestra interpretación es que incluso con solo revisar nuestros teléfonos en busca de notificaciones, ya estamos restándole atención a nuestra relación, por lo que es posible que no estemos notando a nuestra pareja o que no nos sintamos conectados. Y eso afecta la forma en que nos sentimos acerca de nuestro tiempo juntos y de nuestra relación”.
El estudio también concluyó que usar la tecnología en conjunto, por ejemplo, jugar un videojuego juntos o ver un programa de televisión en paralelo, no mostró el “beneficio relacional sólido” que esperaban los investigadores. El académico aclara que se necesitan más investigación al respecto.
Galovan dice que una de las lecciones que las parejas pueden sacar del estudio es que deben ser conscientes de su tiempo con la tecnología y pensar dos veces antes de usarla. Por ejemplo, utilizar tecnología antes de acostarse es un definitivo «no-no».
Finalmente, llama a ser más juicioso ante la tecnología y a reconocer al otro: “Cuando tu pareja entra en la habitación, miras hacia arriba y dices ‘¿cómo te va?’. Solo esa pequeña acción le permite saber que estás prestándole atención”.