Con empresas como SpaceX repitiendo lanzamientos de cohetes casi cada dos días, se podría perdonar pensar que enviar vehículos masivos al espacio se había vuelto tan fácil como hacer un pastel.
Pero, como demuestran dos fallos de cohetes el 22 de diciembre, el proceso de lanzamiento sigue siendo tan complejo como siempre.
El primero de los dos fallos de esta semana se produjo cuando la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA) lanzó el Sistema de Satélites Cuasi-Zenith (QZS-5) a bordo de su cohete H3 desde el Centro Espacial Tanegashima, a unos 620 millas al suroeste de Tokio.
La primera parte del vuelo del cohete parecía estar bien, pero la segunda encendida del motor de la segunda etapa no arrancó con normalidad y se apagó prematuramente, dijo JAXA más tarde. Como resultado, QZS-5 no pudo alcanzar su órbita prevista, lo que provocó el fracaso de la misión.
JAXA está investigando exactamente qué salió mal para poder resolver un problema en el próximo vuelo.
El lanzamiento fue el octavo vuelo del H3 en total, pero supuso el segundo problema consecutivo para el cohete, creando desafíos técnicos continuos para el programa H3.
El segundo accidente involucró al cohete Hanbit-Nano en la misión Spaceward, operada por la empresa surcoreana de vuelos espaciales Innospace.
El cohete despegó desde el Centro Espacial Alcântara en Brasil y supuso el primer intento orbital comercial de Corea del Sur.
Pero poco después del lanzamiento, alrededor del momento en que el cohete alcanzó su máxima Q (el momento en que comienza a experimentar el estrés aerodinámico más intenso), la transmisión de vídeo mostró brevemente un resplandor naranja intenso antes de quedarse en blanco. No, eso nunca es buena señal.
La carga útil incluía cinco pequeños satélites de Brasil, India y Corea del Sur, para el desarrollo tecnológico, la educación y la recopilación de datos medioambientales.
La misión ya había sufrido múltiples retrasos desde julio, causados por problemas con la aviónica del cohete y también con una bomba eléctrica.
Los decepcionantes fallos demuestran la precisión tecnológica necesaria para un lanzamiento exitoso de cohete, con una anomalía relativamente pequeña que podría poner fin abruptamente a una misión.
Hubo un tiempo en que el cohete Falcon 9, el caballo de batalla de SpaceX, también falló, pero con el tiempo la compañía perfeccionó sus sistemas de lanzamiento y aterrizaje. Con más trabajo y los ingenieros adecuados, los cohetes japonés y coreano también deberían encontrar un camino hacia una mayor fiabilidad.