Ya sea que se le entienda como una tecnología de la que no hay vuelta atrás o como una mera buzzword que seguirá la misma ruta de Oculus y el metaverso, la inteligencia artificial (IA) es uno de los temas más debatidos y reflexionados de la actualidad.
Sin embargo, la IA ha estado presente incluso en obras tempranas de la ciencia ficción en el cine, como Metrópolis (1927), de Fritz Lang, o clásicos posteriores pero fundamentales como 2001: Odisea en el espacio (1968), de Stanley Kubrick. Ya con un enfoque crítico hacia roles de género, en Las mujeres perfectas (The Stepford Wives, 1975), de Bryan Forbes. Todas, en su momento, han planteado cuestionamientos sobre las implicaciones sociales, filosóficas, económicas, éticas y hasta políticas de la creación de inteligencias sintéticas, mismos que se mantienen relevantes hoy.
Cuestionamientos tan relevantes que, en algunos casos, solo se ha recurrido a una actualización histórica y estética para presentarlos a audiencias contemporáneas. A decir verdad, muchos de los mencionados títulos son excelentes puntos de partida para reflexionar sobre la IA. Sin embargo, hay una película que está cumpliendo 10 años en 2024; por su minimalismo narrativo, nos permite acercarnos a argumentos cruciales sobre este desarrollo. Nos referimos, claro, a Ex Máquina (Ex-Machina, 2014).
Reflexiones sobre la IA en Ex Máquina
Estrenada en una función especial del BFI Southbank de Londres en diciembre de 2014, Ex Máquina es el largometraje debut como director de Alex Garland, hoy conocido por haber dirigido películas como Aniquilación (2018) y Guerra civil (2024).
La historia sigue a Caleb (Domhnall Gleeson), un joven y entusiasta programador para la compañía creadora de un motor de búsqueda, Blue Book, quien gana un concurso para empleados. ¿El premio? Visitar durante una semana la lujosa y recluida casa del excéntrico CEO de la compañía, Nathan Bateman (Oscar Isaac).
Bateman revela que ha construido una robot humanoide, o ginoide, con avanzada IA, llamada Ava (Alicia Vikander), que ya ha superado el test de Turing. El propósito de la visita de Caleb es interactuar con ella y determinar si es capaz de pensar, relacionarse y desarrollar conciencia propia. Sin embargo, las cosas son más turbias de lo que aparentan: el empresario demuestra comportamiento megalomaniaco y misógino hacia sus creaciones. Caleb comienza a dudar de sus intenciones, de su propia naturaleza y de Ava.
Varios críticos especializados han señalado los símiles de Ex Máquina con otras obras fundamentales de la ciencia ficción, particularmente Frankenstein (1818), de Mary Shelley. La noción de que Bateman es un “moderno Prometeo” de nuestra era, un hombre quien aspira a reclamar el “fuego de la vida” y crear un organismo…
En un giro añadido sobre roles de género, Garland también nos presenta una relación de subyugación y explotación sexual del CEO hacia sus creaciones. Se sugiere, en una escena del clímax, que la apariencia de Ava fue especialmente diseñada para atraer y seducir a Caleb.
Lo que nos conduce hacia la interacción entre Caleb y Ava, lo que en sí mismo plantea cuestiones sobre lo que constituye a una IA propiamente dicha. Si bien el término es arrojado de forma laxa por el marketing para referirse a la generación automatizada de contenidos por medio de herramientas, debe aclararse que estas lo hacen a partir de la alimentación de grandes grupos de datos, la detección de patrones en esos datos y su replicación conforme los parámetros de instrucciones específicas. La verdadera IA, en cambio, debe moverse entre el aprendizaje y pensamiento crítico y creativo original.
Este último punto de Ex Máquina merece consideración especial, pues alude a sesgos culturales, éticos y corporativos en la creación de inteligencias sintéticas. Una de las críticas fundamentales al método de alimentación de las IA como ChatGPT es que los grupos de datos masivos están, por definición, limitados. Si la historia de la humanidad está escrita en una infinita biblioteca digital repleta de los valores opresores del colonialismo, el imperialismo, el racismo y el machismo, nuestras creaciones estarán condenadas a repetirla y perpetuarla.
En su perversa prueba, Bateman se refiere a Ava como un ratón en un laberinto, a quien se le provee una salida en la forma de Caleb. ¿Qué dice de nosotros como humanidad, y de nuestro Frankenstein, que la salida acabe siendo por la vía de la manipulación y la opresión violenta?
¿Dónde ver Ex Máquina ahora?
Al momento de la redacción, Ex Máquina está disponible para ver en Netflix. También la puedes rentar y comprar en plataformas como Apple TV y la tienda de Prime Video.