Por diversos motivos, hoy día la palabra gamer puede llegar a tener un cierto sentido peyorativo. Existe un grupo de usuarios, muy activos en redes sociales, que ha capturado el concepto de gamer de manera nociva, en especial con los grupos minoritarios o marginados. A raíz de esto, mucha gente toma distancia del concepto de gamer y prefiere no relacionarse con este.
Sin embargo, el día del gamer es una buena oportunidad para reivindicar el término y aceptar que en la actualidad hay millones alrededor del mundo, muchos que probablemente no tengan idea de que hay un término que los identifica como parte de un pasatiempo. La definición más abstracta dice que un gamer es cualquier persona que se dedique, aunque sea de manera casual, a jugar videojuegos, juegos de mesa o incluso practicar deportes.
Por lo tanto, la definición de gamer es mucho más amplia de lo que se cree de manera coloquial. Y si consideramos exclusivamente a videojuegos, un análisis de la empresa Statista proyecta que la cantidad de jugadores aumentará continuamente entre 2023 y 2027 en un total de 0.4 millones de usuarios (+ 14.81 por ciento). Después del quinto año consecutivo de aumento, se estima que el indicador alcanzará los 3.1 millones de usuarios y, por lo tanto, un nuevo pico en 2027.
Ahora bien, dejemos de lado las definiciones más académicas o los números duros para centrarnos en algo quizá más sociológico o incluso filosófico: ¿qué significa exactamente “ser gamer”, si se piensa exclusivamente en videojuegos?
La respuesta en realidad es más simple de lo que parece: hoy día, gamer es el niño de 10 años que juega Roblox o Minecraft en la Switch, así como el adolescente que dedica unas cuantas horas a la semana a Free Fire. También es gamer una señora de más de 60 años que tiene varios juegos de puzzles en su teléfono (y que los juega por más horas de lo que alguien podría imaginar), al igual que alguien de 38 años que juega algún Dark Souls por enésima vez.
Todos los ejemplos anteriores son, básicamente, un gamer; cada perfil está basado en personas que conozco en la vida real. Ninguno es más o menos gamer que el otro; a la larga, todos utilizan un dispositivo electrónico para jugar un videojuego, ya sea de manera más casual un par de veces a la semana o casi todos los días.
El concepto de gamer abarca mucho más espacio del que se imagina. No obstante, estamos en una época donde grupos de nicho tienden a creer que poseen el poder de dictaminar quién tiene y quién no tiene derecho a ingresar a un grupo cerrado; grupos que se convierten en una suerte de gatekeepers o vigilantes de un hobby y que exigen credenciales al resto para considerarlos como un igual.
Personas que, básicamente, creen que ser gamer es sinónimo de juegos con temáticas serias y con una curva de dificultad acentuada.
La realidad es que se puede ser tan gamer al jugar una versión de Diablo para celulares como una historia interactiva en una consola o un juego de disparos en una PC. Tal como a los deportistas se les refiere sin importar la disciplina a la que se dedican o las horas de entrenamiento semanales, hay que ser justos con el término gamer y utilizarlo sin complejos.
Los gamers, tal como menciona Statista, no son millones sino miles de millones. Están en todos lados, juegan en cualquier dispositivo y la mayoría no necesita mostrar ninguna credencial para validarse. Los gamers son gamers por la sencilla razón de que juegan un videojuego cualquiera con cierta frecuencia y lo hacen porque lo disfrutan y obtienen satisfacción de ello.
Quizá un buen paso para que los videojuegos avancen y maduren como medio está en, precisamente, aceptarlos como una actividad que va mucho más allá de ser un juguete o entretenimiento ligero. Así como otras artes han aceptado que hay formas y estilos para diversos tipos de consumidores, los videojuegos también tienen suficiente diversidad como para que el concepto de gamer no termine apropiado por un nicho que decide quién pertenece y quién no.