Es común que los científicos lleven a cabo diversas pruebas para medir la inteligencia y las habilidades de los animales, en especial de los cerdos, considerados una de las especies más inteligentes.
A fines de los noventa, por ejemplo, un grupo de científicos realizó experimentos con dos cerdos Yorkshire llamados Hamlet y Omelet, y dos cerdos más pequeños, Ebony e Ivory.
Las pruebas consistían en medir la respuesta de los animales mientras jugaban videojuegos, ahora considerados retro, pero que en aquella época estaban de moda.
Pese al tiempo que ha pasado, los resultados del estudio no habían sido publicados hasta ahora, que aparecieron en un artículo de la revista Frontiers in Psychology.
¿Qué descubrieron?
En el trabajo, los investigadores se dieron cuenta de que, a pesar de las limitaciones visuales y de destreza de los animales, los cerdos eran capaces de comprender y lograr objetivos en juegos de computadora sencillos.
“Lo que pudieron hacer fue tener un desempeño muy por encima de la posibilidad de alcanzar estos objetivos”, explicó a Gizmodo Candace Croney, directora del Centro de Ciencias del Bienestar Animal de la Universidad de Purdue y autora principal del artículo.
“Y lo suficientemente por encima de la casualidad que está muy claro que tenían alguna comprensión conceptual de lo que se les pedía que hicieran”.
La investigación es el resultado de 20 años de trabajos iniciados por la propia Croney. Junto a su equipo, siguieron la respuesta de los cuatro cerdos mientras intentaban mover un cursor a un área iluminada en la pantalla de la computadora.
Durante las pruebas, a los cerdos se les dio el incentivo de que, si jugaban bien, recibirían una mejor comida. Así, los animales entendieron qué era lo que se esperaba de ellos y pudieron desarrollar una habilidad mientras jugaban.
Según los investigadores, después de un tiempo los propios animales querían jugar y se esforzaban por ser los primeros en salir de sus corrales.
El hecho de que los cerdos fueran conscientes de que sus acciones determinaban su futuro cercano, y de que estas podían tener un impacto en su vida, resulta buen indicador de su flexibilidad cognitiva. De esta forma, queda en evidencia que estos animales son más inteligentes de lo que se piensa.
La buena noticia, por lo menos para quienes nos preocupamos por los derechos de los animales, es que luego del experimento los cuatro cerdos fueron adoptados y continuaron con su vida viviendo en granjas, lejos de los experimentos y las pruebas de laboratorio.