Todos sabemos que la automatización de ciertos servicios han remplazado los trabajos de miles de personas en los últimos años.
La situación dista de cambiar con el desarrollo de robots de inteligencia artificial que en teoría pueden hacer cosas de forma más precisa que nosotros, y de paso le ahorran dinero a las empresas.
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Un aspecto en el cual los expertos han coincidido es que las áreas que requieren de creatividad y habilidades artísticas, no podrían ser remplazadas por esta revolución tecnológica.
Pero Charlotte Nordmoen, una estudiante de Central Saint Martins ha desarrollado un robot en el marco del proyecto HumanMADE. En este, un prototipo de robot ha sido capaz de generar sus propias creaciones en cerámica.
Esto es posible gracias a un algoritmo de aprendizaje automático y a un extraño dedo de silicona que parece salido de una película de terror.
“He adaptado un brazo industrial de un robot para hacer pocillos en cerámica”, afirma Nordmoen a Digital Trends (en inglés). “En el proceso, he desarrollado un programa que diseña cerámicas de forma autónoma y otro que interpreta los diseños y los transforma en instrucciones para el robot. El objetivo es crear una cerámica que tenga la misma calidad de aquellas hechas a mano”, añade Nordmoen.
El algoritmo de Nordmoen colecciona imágenes de vasijas y floreros en internet y procesa los principios en formas básicas, que Nordmoen llama “el ADN de las vasijas”. Estos patrones vuelven a ser combinados para que haya nuevos diseños.
A pesar de que el robot aún no es capaz de mejorar los diseños este es un recordatorio de que las habilidades de los seres humanos pueden ser replicadas por un algoritmo y ser automatizadas.
Nordmoen aclara que no busca hacer una propuesta formal sobre este proyecto, sino que se trata más bien de una exploración sobre los límites de las máquinas.
“La innovación tecnológica está basada hoy en incentivos económicos, así que es poco probable que este tipo de innovaciones (la automatización del área artística) lleguen rápidamente” afirma Nordmoen.
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“Mi objetivo es que la gente se haga preguntas sobre su relación con las máquinas, que se pregunten si realmente importa que una máquina pueda hacer lo mismo o si importa que una máquina pueda hacer algo una tarea (en este caso la cerámica) que a nosotros nos genera placer”, añade
En otras palabras, es poco probable que se llegue a comercializar este robot artístico, pero es claro que las preguntas anteriores serán posadas de nuevo en un futuro cercano.