Dos restos fósiles, una mandíbula embrionaria hallada en Estados Unidos en 1983, y una garra desenterrada en Canadá en 2017 son los puntos de partida para un hallazgo tan fascinante como increíble: antes de convertirse en uno de los depredadores más majestuosos en la historia de la Tierra, algunos tiranosaurios eran apenas del tamaño de un perro de raza border collie.
Le tomó 34 años llegar a esa conclusión a un equipo de paleontólogos dirigidos por el doctor Greg Funston de la Universidad de Edimburgo. La demora fue tal porque hasta ahora la tecnología permitió manipular el fósil de la mandíbula, de apenas 2.9 centímetros de largo, sin dañarlo de la roca en la que permanecía. Tras hacerlo, los científicos pudieron crear modelos computarizados que nos permiten saber de qué tamaño era el tiranosaurio —y posiblemente su pariente el T. rex— al momento de nacer.
“Estos huesos son la primera ventana a la vida temprana de los tiranosaurios y nos enseñan sobre el tamaño y la apariencia de los tiranosaurios bebés”, resume Funston en un estudio publicado en la Revista Canadiense de Ciencias de la Tierra.
Del análisis de los fósiles también se sabe que los tiranosaurios nacían con algunos rasgos físicos característicos de la especie, como un mentón pronunciado. También, a juzgar por el tamaño con el que nacían, los especialistas estiman que para un reptil tan grande se necesitó de un huevo acorde, de aproximadamente medio metro de largo o unas 17 pulgadas.
“Ahora sabemos que habrían sido las crías más grandes que salieron de los huevos y se habrían parecido notablemente a sus padres, ambas buenas señales para encontrar más material en el futuro”, remata Funston.
Los hallazgos ofrecen nuevos indicios sobre los tiranosaurios, una especie de la que prácticamente todo lo que se sabe proviene del estudio de fósiles de especímenes adultos o juveniles.