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Crearon un ojo artificial que supera al humano

Un grupo de científicos de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong, desarrollaron un prototipo de ojo biónico tan preciso, que incluso supera en varias pruebas a su símil humano.

El artículo fue publicado en la revista Nature y detalla como este dispositivo imita la estructura del ojo humano, haciéndolo más sensible a la luz y entregándole un tiempo de reacción más rápido que un globo ocular real.

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«En el futuro, podemos usar esto para mejorar las prótesis de visión y la robótica humanoide«, comentó sobre este ojo artificial, el ingeniero y científico de materiales Zhiyong Fan, de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong.

El equipo a cargo de Fan tuvo el mayor desafío que fue la creación de una retina biónica capaz de imitar la difícil curvatura en forma de cúpula de la real. Para eso, utilizaron una membrana curva de óxido de aluminio, con sensores de nano tamaño hechos de un material sensible a la luz llamado perovskita, que sirviera para imitar esa arquitectura en su globo ocular sintético. Los cables conectados a la retina artificial envían lecturas de esos sensores a los circuitos externos para su procesamiento, al igual que las fibras nerviosas transmiten señales desde un globo ocular real al cerebro.

Imagen utilizada con permiso del titular de los derechos de autor

De esta forma, este ojo robótico registra cambios en la iluminación más rápido que los ojos humanos, dentro de unos 30 a 40 milisegundos, en lugar de 40 a 150 milisegundos. El dispositivo también puede ver la luz tenue, y aunque su campo de visión de 100 grados no es tan amplio como los 150 grados que puede captar un ojo humano, es mejor que los 70 grados visibles para los sensores de imágenes planas comunes.

La retina artificial creada por Fan tiene alrededor de 460 millones de sensores de luz por centímetro cuadrado. Una retina real tiene alrededor de 10 millones de células detectoras de luz por centímetro cuadrado. 100 de estos cables se ajustan en la parte posterior de la retina biónica, creando imágenes que tienen 100 píxeles.

Uno de los detractores de esta técnica de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong es Hongrui Jiang, un ingeniero eléctrico de la Universidad de Wisconsin-Madison cuyo comentario sobre el estudio aparece en el mismo número de Nature. «Trabajar unos pocos cientos de nanocables, está bien, pero ¿qué tal millones?» Los ingenieros necesitarán una forma mucho más eficiente de fabricar grandes conjuntos de cables pequeños en la parte posterior del globo ocular artificial para darle una visión sobrehumana», concluyó.

Diego Bastarrica
Diego Bastarrica es periodista y docente de la Universidad Diego Portales de Chile. Especialista en redes sociales…
Creo que pronto podríamos gastar más en IA que en Netflix y Spotify
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Hoy en día prácticamente todas las empresas de tecnología hablan de una sola cosa: inteligencia artificial. Creen firmemente que cambiará todo tipo de industrias y tendrá un profundo impacto económico —para bien, aseguran—, aunque por ahora su uso masivo se limite a crear imágenes absurdas en internet o eliminar objetos o personas no deseadas de una fotografía. Pero la inteligencia artificial tiene un problema mayúsculo: gasta una cantidad absurda de energía eléctrica.

Empresas como Microsoft o Amazon barajean todo tipo de soluciones, desde construir centros de datos en sitios donde la energía renovable sea barata, como en los países nórdicos, hasta invertir en el desarrollo de pequeñas centrales nucleares. Pero hay otro problema: hacer esas inversiones requiere un gasto que por ahora pueden absorber las empresas más ricas del mundo, pero que tarde o temprano pasará una factura que los usuarios tendremos que pagar.

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Strawberry: el siguiente paso de OpenAI que quiere superar a los humanos
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OpenAI sigue trabajando a toda máquina para mejorar las capacidades de su inteligencia artificial, y además de GPT-5, la próxima evolución de su IA, también según informes está llevando a cabo un proyecto en clave llamado Strawberry, diseñado para mejorar drásticamente las capacidades de razonamiento de la IA y permitir la investigación autónoma en Internet.

Según Reuters, el proyecto Strawberry de OpenAI consiste en entrenar a la IA para que "planifique con suficiente antelación para navegar por Internet de forma autónoma" y lleve a cabo una "investigación profunda". Esto último podría ayudar a disipar las alucinaciones, ya que los modelos de lenguaje suelen recurrir a inventar información cuando carecen de datos de entrenamiento sobre un tema en particular.

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La inteligencia artificial gasta tanta electricidad que las big tech quieren reactores nucleares propios
Un centro de datos

El desarrollo y uso de plataformas de inteligencia artificial tiene un problema mayúsculo: utilizan una cantidad enorme de energía eléctrica, y los pronósticos dicen que en el futuro su consumo será aún mayor. La firma de análisis Statista indica que en 2022 el consumo de energía eléctrica de los centros de datos usados en aplicaciones de inteligencia artificial fue de 460 teravatios hora, y prevé que en 2026 esa cifra oscile entre los 620 y los 1,050 teravatios hora. Como referencia, el consumo de energía eléctrica de Estados Unidos en 2022 fue de 4,082 teravatios hora; es decir, para 2026 los centros de datos con los que funcionan plataformas como ChatGPT o Copilot podrían requerir una cuarta parte de la electricidad que consumió un país de primer mundo como Estados Unidos. Es un problema enorme para el que compañías como Microsoft  tienen soluciones tan extremas como empezar a construir pequeñas centrales nucleares.

Por ejemplo, Bill Gates es uno de los principales inversionistas de Helion, una startup que busca generar energía eléctrica mediante fusión nuclear. La empresa busca generar energía eléctrica usando un combustible conocido como Helio-3, una molécula escasa en la Tierra, pero abundante en la Luna. “Sé que puede hacer electricidad, la verdadera preugnta es si podemos canalizar esa energía en forma de electricidad a un costo bajo”, explica su CEO David Kirtley a The Washington Post.

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