Pocos científicos han recibido tanta atención por parte de la cultura popular como Nikola Tesla. El inventor nació en Croacia el 10 de julio de 1856 (hoy está de cumpleaños) y falleció en Estados Unidos el 7 de enero de 1943.
Tesla es considerado el “mago de la electricidad” y se le adjudican más de 700 patentes. Su inventos como el motor de inducción de corriente alterna y el campo magnético rotatorio constituyen la base de la llamada segunda revolución industrial.
Pero su carácter de genio ha sido reconocido de manera tardía. Tesla debió acostumbrarse a un lugar secundario eclipsado por las figuras de otros inventores como Thomas Alva Edison y Guillermo Marconi, que contaban con los medios y recursos para concretar sus invenciones.
Tesla no tenía nada de eso; murió solo, pobre y con un evidente deterioro mental. Es probable que esta derrota frente al sistema haya contagiado cierta simpatía en la contracultura de los sesenta, cuando Tesla comenzó a ser reconocido como un ícono popular.
De hecho, desde aquel momento al inventor se le mira de otra manera y es uno de los científicos que más aprecio despierta en las generaciones actuales. No por nada se le considera un científico pop.
La teslamanía
Tesla es considerado hoy día una especie de héroe alternativo. El inventor sirve de manera constante como fuente de inspiración para el mundo del arte y la cultura.
Una de sus “apariciones” más reconocidas fue en la película The Prestige, de Christopher Nolan, donde fue interpretado por otro ícono de la cultura pop, David Bowie.
En tanto, el año pasado vimos el estreno de Tesla, una cinta biográfica del inventor donde es encarnado por Ethan Hawke.
La televisión también ha incorporado a la figura del científico dentro de su catálogo. Discovery Channel estrenó una serie donde aborda los misteriosos hechos que rodearon su muerte en pleno siglo XX.
Así, su rostro pulcro, bien peinado y con el bigote característico han aparecido en camisetas, cómics, videojuegos y varias novelas. También hay una banda de rock en Estados Unidos que lleva su nombre. De hecho, su tema más recordado es “Edison Medicine”, que hace alusión al célebre científico que habría robado sus ideas.
Da la impresión de que, con el paso de los años, la figura de Tesla continúa creciendo en medio de la cultura popular, que lo reconoce como un referente que debió luchar contra el sistema y abrirse paso entre colegas que gozaban de privilegios y la simpatía de la élite de la época.
Y la gente es capaz de movilizarse con tal de preservar su legado inmaterial. Por lo menos así lo hicieron hace un par de años, cuando se supo que su laboratorio Wanderclyffe, en Nueva York, sería convertido en centro comercial.
La respuesta de sus seguidores se produjo gracias a una iniciativa de gente anónima que logró recaudar un millón y medio de dólares para salvar el recinto.
Así, con este tipo de acciones, es probable que se esté cumpliendo aquella popular cita del científico mediante la cual aseguraba que los tiempos venideros le pertenecían:
“Dejemos que el futuro juzgue a cada uno según sus logros. El presente es de ellos, pero el futuro por el que tanto he trabajado me pertenece”.