A gran parte de los internautas le encanta ver una serie o película mediante un servicio de streaming. Es que no hay nada más cómodo que encender el televisor o abrir una aplicación móvil, seleccionar un contenido y empezar a disfrutarlo sin necesidad de descargarlo de un sitio web de dudosa procedencia o sacar el disco Blu-ray de la caja.
Sin embargo, existe un problema que hasta el momento no había sido dimensionado: el streaming genera enormes cantidades de gases de efecto invernadero y por consecuencia contribuye al calentamiento global y acelera el cambio climático.
Los sectores que emiten más CO2, como la aviación, la industria automotriz y la alimentación, por lo general son observados por los activistas, pero como los servicios de streaming se han vuelto tan populares estos últimos años, ahora también cabe preguntarse de qué manera estos le hacen daño al planeta.
Según informa The Guardian, la huella de carbono —el conjunto de emisiones de gases de efecto invernadero producidas directa o indirectamente por personas o productos— que generan los espectadores que ven durante un mes las 10 series más populares de Netflix equivale a conducir un auto a una distancia mucho más lejos que Saturno.
Asimismo, la gran plataforma de videos en internet, YouTube, es responsable de emitir suficiente CO2 cada año como para superar la producción de gases de efecto invernadero equivalente a la de Glasgow, la ciudad escocesa donde los líderes mundiales se han reunido este domingo para la cumbre del cambio climático COP26.
Pero ¿cómo se genera la contaminación? Cada actividad que se ejecuta en la cadena de transmisión de video —desde mantener los enormes centros de datos y la transmisión de contenido por wifi y banda ancha hasta el acto de verlo en un dispositivo— requiere electricidad, que en su mayor parte se genera por la emisión de gases de efecto invernadero.
Entonces, como el mundo digital se expande cada vez más en distintas áreas de la sociedad, aumenta el consumo de electricidad a nivel mundial y así crece la contaminación del planeta. Se trata de una preocupación que no ha tenido mucha visibilidad, pero está ahí y requiere que se haga algo al respecto.
Plataformas como Netflix o YouTube tienen un gran impacto energético debido a la tremenda cantidad de datos que necesitan para funcionar adecuadamente. Además, la demanda de estos servicios ha aumentado, sobre todo con la pandemia. La cantidad de suscripciones a servicios de streaming en todo el mundo alcanzó los 1,100 millones en 2020, según datos publicados por Motion Picture Association.
Dom Robinson, fundador de Greening of Streaming —una organización que aborda el impacto energético de este sector—, dijo: “Curiosamente, el impacto ambiental es una historia muy joven en la industria del streaming. La gente habla de los cuellos de botella en el tráfico de internet causados por la creciente demanda de servicios de streaming y juegos, pero hay mucha capacidad. En realidad se trata de la creciente demanda de suministro de energía”.
De acuerdo con Netflix y sus propias estimaciones, una hora de streaming consumida por un solo usuario en su plataforma produce “mucho menos” de 100g de dióxido de carbono equivalente o CO2e (la unidad de medida que indica la huella de carbono).
Pero de una manera más específica, Carbon Trust, la compañía que asesora a Netflix en relación con la crisis climática, dice que el promedio europeo que se produce es de 55 a 56 g de CO2e por cada hora de streaming. Eso equivale a conducir unos 300 metros en auto.
Netflix también entregó un reporte con el total de horas visualizadas de su contenido más popular, el cual indica que los espectadores registraron más de 6,000 millones de horas viendo los 10 programas más populares de la plataforma —incluyendo Squid Game, Stranger Things, Money Heist y Bridgerton— en los primeros 28 días después del lanzamiento de cada uno.
Según Carbon Trust, esto equivale a aproximadamente a 1,8 mil millones de km de viaje en un automóvil, lo que a su vez representaría aproximadamente la distancia actual entre la Tierra y Saturno.
En el caso de YouTube, un grupo de investigadores de la Universidad de Bristol realizó un informe basado en estimaciones del uso del sitio en 2016, en el cual se calculó que ver videos allí producía CO2e de más de 11 millones de toneladas al año, algo similar a una ciudad del tamaño de Glasgow o Fráncfort, Alemania.
Si consideramos que en 2016 YouTube tenía 1,400 millones de usuarios, y actualmente tiene más de 2,400 millones en todo el mundo, la huella de carbono de la compañía ahora es mucho más grande.
Netflix sigue los pasos de grandes empresas como Microsoft, Apple y Facebook al tomar medidas para combatir el problema. A comienzos de este año, la compañía anunció que su objetivo es alcanzar cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para finales de 2022.
Sin embargo, según Robinson, si las empresas quieren lograr la neutralidad de carbono sus estrategias deben implicar reducciones considerables en las emisiones en lugar de simplemente invertir en proyectos ecológicos.
“El cero neto se ha convertido en la nueva compensación del impuesto al carbono para poder decir: ‘Este no es mi problema’. Tiene que haber una reducción diseñada dentro de las empresas, no solo un truco contable, para marcar la diferencia”, dice Robinson.
La estrategia de Netflix solo considera la huella de carbono de sus operaciones corporativas y la realización de sus películas y series. Pero también se ha cuestionado si esta y otras empresas similares deben hacerse cargo además de las emisiones generadas por sus consumidores al ver el contenido de su plataforma.
Netflix ha mencionado que los proveedores de servicios de internet y los fabricantes de los dispositivos que utilizan los consumidores, como televisores, tabletas y teléfonos móviles, deberían “idealmente contabilizar esas emisiones ellos mismos”.
No obstante, Daniel Schien, profesor titular de informática en la Universidad de Bristol —cuya herramienta de modelado de carbono ha sido utilizada por Netflix, la BBC y Carbon Trust—, dice que “el cálculo de la huella de carbono debe incluir los dispositivos de los usuarios, ya que es allí donde se consumen los servicios digitales. La exclusión de esa parte de la huella socavará la capacidad de administrarla y reducirla”.
No es sorpresa que el tráfico de internet haya aumentado en los últimos años, con Netflix, YouTube, Facebook y las compañías detrás de los juegos más populares como Activision Blizzard con Call of Duty y Epic Games con Fortnite acaparando la mayor parte. Pero está por verse si las compañías deciden involucrarse más en lo relacionado a la crisis climática.