Un tremendo descubrimiento realizaron un grupo de paleontólogos de Argentina, Estados Unidos y Canadá en la provincia de Neuquén. Se trata del Meraxes Gigante, una especie de Tiranosaurio Rex que fue bautizado en honor a los dragones de Game of Thrones.
Su descripción completa se ha publicado ahora en la revista especializada Current Biology.
La especie pertenece a la familia de los carcarondontosáuridos, depredadores del Cretácico, entre 100 a 90 millones de años atrás. Como todos los terópodos tenían los brazos cortos, huesos ligeros y desplazamiento bípedo. Tenían 12 y 13 metros desde el hocico hasta la punta de la cola. Uno de los rasgos más distintivos eran los dientes: curvos y con dentículos afilados.
La denominación proviene, de hecho, del griego Carcharodontosaurus, que significa lagarto con dientes de tiburón. Con más de cuatro toneladas de peso “el gran devorador de dinosaurios”, como califica a esta nueva especie el comunicado de prensa de la Universidad Nacional de Río Negro, era uno de los lagartos carnívoros más grandes de Sudamérica.
Al paleontólogo Juan Ignacio Canale, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET) y de la Universidad Nacional de Río Negro le recordó a un dragón en específico.
“El nombre lo propuse yo porque me encanta la saga Canción de Hielo y Fuego. Me encantan los nombres que eligió George R. R. Martin para sus dragones y este calzaba perfecto porque la forma es bastante similar: un reptil muy grande con un cráneo gigante. También porque en Neuquén había ya dos carcarodontosaurios gigantes: el Giganotosaurus carolinii –el ‘villano’ del último Mundo Jurásico– y el Mapusaurus. Este sería el tercero, como los dragones de la historia, que también eran tres”, explica.
Un hallazgo interesante del Meraxes Gigante es su craneo, lo que según Juan Ignacio Canale, “nos da mucha información sobre cómo era la anatomía. En el caso de los brazos vimos que eran muy reducidos, algo que se sospechaba pero que ahora podemos decir con medidas”.
Por otro lado, la reducción de los brazos fue progresiva hasta representar una proporción del 40% del tamaño del fémur. Ahí se detuvo. Desconocen la razón. “El asunto es por qué se establece ese límite. Por qué no pudieron reducirse aún más. Por qué se detiene ahí. En todos es similar la proporción de ese límite”.