Varias sorpresas ha arrojado una nueva investigación efectuada a un fósil de calamar de 200 millones de años de antigüedad hallado durante el siglo XIX.
Las pesquisas determinaron que son dos animales encuentran petrificados y no uno, como se pensaba originalmente. El principal es una criatura similar al calamar, que se encuentra aferrada a otra que era su presa.
El primero es una especie de calamar extinto llamado Clarkeiteuthis Montefiorei, mientras que el segundo es un pez del tipo Dorsetichthys bechei, ambos pertenecientes al periodo Jurásico.
Desde que el fósil fue encontrado en las costas de Dorset, Inglaterra, se ha mantenido resguardado en una colección del Servicio Geológico Británico, ubicado en Nottingham, donde investigadores de la Universidad de Plymouth han realizado estas averiguaciones.
La investigación señaló que el principal animal de la escena pertenecía a una familia de antiguos cefalópodos similares a las jibias modernas. Al igual que las actuales especies, el calamar de 200 millones de años contaba con una bolsa de tinta.
Los investigadores detallan que la bolsa de tinta era usada por el animal marino para escapar de sus depredadores. Así lo manifestó Malcom Hart, autor principal en la investigación, quien ha estado rastreando diversos especímenes recolectados en la costa de Dorset, tantos nuevos como otros que son históricos.
Según el experto, en el fósil se pueden encontrar «los brazos con los anzuelos que sostienen claramente a los peces, pero es algo excepcional porque sobrevivieron en el fondo del mar para luego ser preservados».
Por otra parte, el investigador ha planteado dos potenciales hipótesis sobre cómo estos animales lograron mantenerse. La primera señala que el pez era de un tamaño mucho mayor que su atacante, por lo que quedó atrapado en sus mandíbulas y juntos se conservaron en el fondo del mar.
La segunda señala que el calamar Clarkeiteuthis Montefiorei llevó a su presa hasta el fondo marino. Según el experto, en este lugar el animal realizó la maniobra llamada «hundimiento de distracción», con la que evitó ser atacado por otro depredador.
Sin embargo, con esta última estrategia, el invertebrado podría haber llegado a aguas profundas con baja cantidad de oxígeno, lo cual le habría causado una posterior asfixia.