Un extraño acontecimiento tuvo lugar en el monte Everest, cuando dos montañistas, Adrian Ballinger y Cory Richards lograron llegar a la cima sin oxígeno extra.
Es común que montañistas no logren llegar a la cima de la montaña sin ayuda de un tanque de oxígeno y que incluso mueran por falta de este.
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Lo mejor fue que compartieron su hazaña en sus cuentas en redes sociales de Strava y Snapchat: EverestNoFilter.
Richards llegó a la cima el martes, pero Ballinger tuvo que detenerse a solo 1,200 pies de la cima, y declaró a CBS que no se estaba hidratando bien y tampoco estaba comiendo bien (…) sabía que si continuaba escalando, no podría descender después”.
Así que Richards continuó su marcha y logró llegar a la cima. “Llegué a la punta 8 horas después de haber abandonado High Camp”. Ballinger añade que “fue rápido para no haber tenido oxígeno extra y de hecho, estaba caminando por delante de personas que sí tenían oxígeno”.
“Llegué a la cima y estuve allí por unos tres minutos, eso fue todo. Mi cuerpo se sentía terrible, como si tuviera la peor resaca de la vida”, afirma Richards.
Ballinger estaba un poco triste de no haber podido llegar a la cima pero por lo menos continúa vivo para contar la historia. “Es un poco triste, pero de todas formas estaba contento de regresar con vida y de que Cory lo lograra”, dice.
Ballinger ya ha llegado a la cima seis veces, con Alpenglow Expeditions, una empresa que administra, pero esta hubiera sido la primera vez que lo lograría sin oxígeno adicional.
Sobrevivieron unas jornadas intensas. Los montañistas tuvieron que enfrentar una tormenta brutal en el costado nororiental, con vientos de casi 50 millas por hora. Pero eventualmente el cielo despejó.
“No es fácil ya que el aire se hace muy escaso a 25,000 pies de altura”, afirma Ballinger. La cima del Everest reposa a 29,000 pies de altura y para alcanzarla, los dos hombres se tenían que adaptar a la altitud.
Por ello, debían regresar al campamento para recuperarse después de sus expediciones. “Nos íbamos durante dos, cuatro o cinco días para que nuestros cuerpos se adaptaran a la altitud”, explica Richards.
Al día siguiente de la tormenta, llegaron a la zona de muerte: los 26,000 pies. En esa zona, si no haces las cosas bien, puedes morir.