El desarrollo y uso de plataformas de inteligencia artificial tiene un problema mayúsculo: utilizan una cantidad enorme de energía eléctrica, y los pronósticos dicen que en el futuro su consumo será aún mayor. La firma de análisis Statista indica que en 2022 el consumo de energía eléctrica de los centros de datos usados en aplicaciones de inteligencia artificial fue de 460 teravatios hora, y prevé que en 2026 esa cifra oscile entre los 620 y los 1,050 teravatios hora. Como referencia, el consumo de energía eléctrica de Estados Unidos en 2022 fue de 4,082 teravatios hora; es decir, para 2026 los centros de datos con los que funcionan plataformas como ChatGPT o Copilot podrían requerir una cuarta parte de la electricidad que consumió un país de primer mundo como Estados Unidos. Es un problema enorme para el que compañías como Microsoft tienen soluciones tan extremas como empezar a construir pequeñas centrales nucleares.
Por ejemplo, Bill Gates es uno de los principales inversionistas de Helion, una startup que busca generar energía eléctrica mediante fusión nuclear. La empresa busca generar energía eléctrica usando un combustible conocido como Helio-3, una molécula escasa en la Tierra, pero abundante en la Luna. “Sé que puede hacer electricidad, la verdadera preugnta es si podemos canalizar esa energía en forma de electricidad a un costo bajo”, explica su CEO David Kirtley a The Washington Post.
Pese a su optimismo, la comunidad científica se mantiene escéptica ante la posibilidad de que métodos como el perseguido por Helium pueda generar electricidad barata en menos de una década.
“Las predicciones de lograr electricidad por fusión a nivel comercial antes de 2030 o 2035 son pura palabrería”, dice a The Washington Post John Holdren, un físico de Harvard que trabajó como asesor energético en la administración Obama. “Ni siquiera hemos visto un avance en el que la reacción de fusión genere más energía de la que requieren estos complejos”, señala.
Electricidad para la IA o para la gente
Parte del problema es que, aún cuando las apuestas por generar energía eléctrica barata y segura a partir de fuentes nucleares, para satisfacer la demanda energética en el corto plazo invariablemente se requiere de fuentes contaminantes. Esto, en corto, significa que muchas de las plantas de carbón que deberían de estar cerradas siguen y seguirán operando.
Por ejemplo, en Ohama, la apertura de centros de datos de Google y Meta provocó que una planta de carbón que debía estar cerrada en 2022 seguirá en operación al menos hasta 2026.
En Pensilvania, Amazon generó revuelo luego d eque firmó un contrato para comprar más de una tercera parte de la electricidad generada por una de las plantas nucleares más grandes de Estados Unidos, el complejo Susquehanna del condado de Luzerne. “El problema es que cuando tienes un centro de datos que exige buena parte de la energía generada por una planta nuclear es que tienes que sustituir esa electricidad de otra forma”, dice a The Washington Post Aaron Zubaty, un especialista en proyectos de energía limpia.
“Rápidamente se está convirtiendo en un problema mayúsculo del tipo, asegura la planta de energía que necesitas y te preocupas por los problemas climáticos después”, remata Zubaty.