La aparición de una pandemia mundial siempre supone un estudio acabado sobre sus orígenes. Y si bien ya se sabe que el inicio zoonótico del coronavirus comenzó en el paso de murciélagos a otros animales y humanos, lo que no se sabía es que el SARS-CoV-2 estaba presente hace más de 70 años como linaje en estos mamíferos nocturnos.
Los hallazgos aparecen en el último número de la revista Nature Microbiology. Para obtener el estudio de este linaje, se usa una técnica llamada filodinámica, una línea de investigación que permite elaborar árboles genealógicos de los microorganismos a partir de estas huellas, y con la ayuda de algoritmos.
Maciej Boni, profesor asociado de Biología en la Universidad de Penn State (EEUU) y uno de los autores principales de la investigación comentó que, «los coronavirus tienen un material genético altamente recombinante, lo que significa que las diferentes regiones del genoma del virus pueden derivarse de múltiples fuentes. Eso dificulta la reconstrucción de sus orígenes; hay que identificar todas las regiones que se han recombinado y rastrear sus historias».
De esta manera pudieron rastrear el COVID-19 con otros virus similares encontrados en murciélagos y pangolines. Los expertos estiman que el actual coronavirus divergió genéticamente de los sarbecovirus de murciélagos en tres puntos de la historia: 1948, 1969 y 1982. Se separó de un virus genéticamente muy similar, el RaTG13 (descubierto en un murciélago de herradura en 2013 en la provincia china de Yunnan), hace ya medio siglo, en 1969.
El profesor Boni agregó al respecto que, «estas regiones (el equivalente de cromosomas individuales) cuentan historias similares; cada región tiene ancestros en el depósito de virus en murciélagos hace unos 40-70 años».
Uno de los elementos distinguidos por el grupo de expertos fue el dominio de unión al receptor (RBD, por sus siglas en inglés), que se ubica en la proteína pico del coronavirus, lo que le permite reconocer y unirse a receptores en superficies de las células humanas.
De esta manera, los científicos podrían ayudar a prevenir futuras zoonosis y pandemias asociadas a estos animales, que deambulan además en los mercados chinos.
Maciej Boni asegura que estos estudios son relevantes para detectar a tiempo las enfermedades en el futuro.
«Llegamos demasiado tarde al brote inicial de SARS-CoV-2, pero ésta no será nuestra última pandemia de coronavirus», pronostica Boni. «Es necesario poner en marcha un sistema de vigilancia mucho más completo y en tiempo real para cazar virus como éste cuando el números de casos todavía esté en los dos dígitos», comentó.