Es común escuchar que en la industria tecnológica existen brechas de género, porque claramente las hay. Sin embargo, también existe otra problemática que no ha tenido la atención que merece: la desigualdad racial.
De acuerdo con The Guardian, solo 2 por ciento de la fuerza laboral de Google eran afroamericanos en 2017. Y en ese mismo año, constituían solo 7.4 por ciento de los “empleos en alta tecnología” en todo el país (con gran parte de esos puestos limitándose a Washington D.C.). Y eso es solo la mitad de la representación general de los afroamericanos en la fuerza de trabajo estadounidense, que en 2017 se situó en 14.4 por ciento.
Por desgracia, esas cifras no han mejorado mucho. Un estudio de Techonomy indicó que de los graduados en ciencias de la computación, entre 16 y 19 por ciento son afroamericanos o hispanos. A pesar de esto, representan solo 3 por ciento en la industria tecnológica.
En el marco del Mes de la Historia Afroamericana, honramos a algunas de las personalidades afroamericanas que han dejado su marca en la industria tecnológica.
Angela Benton
Angela Benton tiene dos logros importantes que la han transformado en una de las personas más respetadas por permitir la diversidad en el área tecnológica: la Black Web 2.0 y el acelerador NewMe.
La Black Web 2.0 fue un sitio web lanzado en 2007 que rápidamente ganó popularidad dentro de la comunidad tecnológica afrodescendiente. Sirvió como un lugar para que estos profesionales ganaran una voz en el sector de la tecnología.
Mientras se desempeñaba como editora del sitio y colaboradora principal, Benton forjó el camino para discutir temas clave como la intersección de la tecnología y la cultura afroamericana. Podría decirse que era la primera vez que había una plataforma que discutía estos temas tan públicamente.
Por esa razón, Benton ha recibido muchos reconocimientos en los últimos años, como el de las Mujeres más influyentes en tecnología de Fast Company y un lugar en la lista de Business Insider con los 25 afroamericanos más influyentes en el área tecnológica.
Alan Emtage
Probablemente no lo sabes, pero el talento y trabajo de Emtage jugaron un papel importante en la forma en que encuentras y consumes información actualmente. Eso es porque él inventó el motor de búsqueda, así que, sin su trabajo, probablemente Google y otros sitios para buscar en la web no hubieran existido.
Como estudiante de posgrado y administrador de sistemas en la Universidad McGill en Montreal, Canadá, Emtage creó e implementó el motor de búsqueda Archie, un programa que automatizó el proceso lento de encontrar piezas específicas de software. En otras palabras, el primer motor de búsqueda del mundo.
Por desgracia, no pudo patentar su invento, aunque ¿cómo iba a saber que un sistema para simplificar la localización del software universitario allanaría el camino para una de las empresas más rentables del mundo? De cualquier manera, su logro quedó marcado en la historia.
Kimberly Bryant
Kimberly Bryant es una ingeniera eléctrica de Tennessee que en sus comienzos trabajó con la compañía de biotecnología Genentech y Pfizer, un laboratorio que probablemente conozcas a estas alturas, pues está detrás del desarrollo de una de las pocas vacunas de COVID-19 ampliamente aprobadas. Sin embargo, Bryant destaca por algo más impactante.
Hace muchos años, la hija de Bryant (una gran aficionada a los videojuegos), asistió a un campamento de computación. Y lo que pudo haber sido una gran experiencia, resultó siendo un mal recuerdo, ya que los consejeros le prestaron mucha más atención a los niños del campamento que a las (pocas) niñas asistentes.
Esto, comprensiblemente, no fue del agrado de Bryant. Como resultado, fundó Black Girls Code en 2011, una organización sin fines de lucro destinada específicamente a empoderar a las jóvenes afrodescendientes y brindarles la exposición, las habilidades y la confianza para ingresar a los campos STEM, que han sido históricamente blancos y dominados por hombres.
En solo dos años, la organización había crecido hasta incluir siete instituciones en Estados Unidos y una más en Johannesburgo, Sudáfrica, sumando alrededor de 2,000 estudiantes. Actualmente tiene como objetivo “crecer para capacitar a 1 millón de niñas para 2050 y convertirse en las ‘niñas exploradoras’ de la tecnología”.
Clarence Ellis
La primera introducción de Clarence Ellis a la tecnología informática ocurrió a los 15 años, cuando tomó un trabajo como operador de computadoras en el turno de noche para ayudar a su familia.
En su trabajo, le prohibieron tocar cualquier equipo, pero eso no detuvo sus ganas de aprender. En su tiempo libre leyó repetidamente los manuales de la computadora que no podía tocar y, más adelante, cuando ocurrió una emergencia, Ellis fue quien resolvió el problema.
Tras esto, Ellis inició su carrera en informática y, en 1969, se convirtió en el primer hombre afrodescendiente en obtener un doctorado en ciencias de la computación.
Otros momentos notables en su carrera incluyen su papel como director del Collaboration Technology Research Group y ser pionero en la transformación operativa, un “conjunto de técnicas que permite la edición colaborativa de documentos en tiempo real”, es decir, la tecnología que allanó el camino para el desarrollo de Google Docs.
Felecia Hatcher
Felicia Hatcher es una influencer en el área de los negocios y la tecnología. Destaca por su compromiso de mostrarles a los jóvenes que no es necesario ser un estudiante sobresaliente con una familia adinerada para triunfar.
Empresas como Google, Spotify, Door Dash, Target, Samsung y Etsy recurren a Felecia para que las ayude a empoderar a sus equipos y dar forma a sus estrategias de innovación inclusiva.
Felecia es la directora ejecutiva de la iniciativa Black Ambition del músico Pharrell Williams, la cual busca ayudar a emprendedores afroamericanos y latinos que están lanzando nuevas empresas de tecnología, diseño, atención médica y servicios de consumo.
Además de ser escritora y una emprendedora tecnológica galardonada, Hatcher pone un énfasis adicional en fomentar la diversidad y la inclusión en todas las empresas y, por extensión, en las diferentes comunidades.
Frank Greene
Frank Greene fue un científico y capitalista de riesgo estadounidense nacido en Washington, D.C. en 1938.
Al igual que Benton, Greene fue elogiado por impulsar la representación de los afroamericanos dentro del sector tecnológico. Estuvo detrás de dos gigantes de esta área en Estados Unidos: la Corporación de Desarrollo Tecnológico (famosa por trabajar en el programa del transbordador espacial) y ZeroOne Systems, Inc., donde desarrolló sistemas informáticos científicos a gran escala.
Sin embargo, ninguno de estos son sus logros más notables. Esa designación corresponde al programa de becas Greene Scholars, lanzado en honor a su esposa, Phyllis, quien durante mucho tiempo apoyó a la Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color (NAACP). El programa ayuda a los jóvenes afrodescendientes de la Bahía de San Francisco a completar con éxito la educación superior en los campos STEM y servir como modelos positivos en sus comunidades.
Frank Greene también fue el fundador de New Vista Capital, una firma de capital de riesgo que tenía como objetivo ayudar a grupos y comunidades subrepresentados a reunir fondos para nuevas empresas y negocios emergentes.
Su incansable compromiso con esta causa resultó en su incorporación al Salón de la Fama de Ingeniería de Silicon Valley; el nombre de Greene es reconocido como uno de los afroamericanos más importantes en tecnología por el Ayuntamiento de Palo Alto.
Marie Van Brittan Brown
Van Brittan inventó junto a su marido Albert Brown una pieza de tecnología que muchos consideramos esencial hoy en día: el sistema de seguridad del hogar.
Como enfermera, Van Brittan trabajaba en horarios irregulares. También vivía en Queens, Nueva York, que en ese momento (la década de 1960) sufría una tasa de criminalidad increíblemente alta. Y como si eso no fuera suficiente, la policía de Nueva York respondía notoriamente lento a los informes de delitos. Por eso, la mujer decidió encargarse del asunto.
El primer paso hacia la seguridad era saber quién estaba al otro lado de la puerta. Así que comenzó a crear mirillas: tres agujeros, a tres alturas, para que sus hijos también pudieran usarlos. Luego, instaló una cámara ajustable que podía usarse para ver el otro lado de la puerta a través de las mirillas. Esto se conectó a todos los televisores de la casa a través de un sistema inalámbrico controlado por radio.
Más adelante, ella y su esposo crearon un sistema de micrófonos que les permitiría comunicarse con quienquiera que estuviera al otro lado de la puerta. Y, por último, conociendo el típico retraso en los tiempos de respuesta de los servicios de emergencia, diseñó un sistema que les alertaría de una intrusión con solo tocar un botón.
Esta increíble innovadora y su pareja son a quienes debemos agradecerles por los sistemas de seguridad para el hogar que utilizamos actualmente.
Katherine Johnson
En 1962, cuando era atípico ver mujeres en un lugar de trabajo, sobre todo mujeres afrodescendientes, Johnson jugó un papel fundamental en la seguridad del astronauta John Glenn y la misión de la NASA para orbitar el planeta.
Asumiendo que fue una indirecta sutil hacia sus colegas, en lugar de un comentario sexista sobre Johnson, Glenn, desconfiando de los sistemas diseñados para guiar su misión, le pidió a sus ingenieros que “trajeran a la chica”. Afirmó que, si ella decía que las ecuaciones eran buenas, entonces era porque “estaban buenas”. Finalmente, Glenn orbitó alrededor de la tierra de manera segura y el resto es historia.
Además de tener una mente brillante, el aporte de Johnson fue significativo debido al periodo en el que dejó su huella.