Podemos decir que con certeza que Olivia Hallisey, una estudiante de 16 años de la Escuela Secundaria de Greenwich (Connecticut), no es adolecente común. Acaba de llevarse los 50.000 dólares correspondientes al premio mayor ofrecido en la Feria de Ciencia de Google por desarrollar un dispositivo que detecta la presencia del virus de Ebola en 30 minutos y puede ser almacenado a temperatura ambiente.
El retraso en el diagnóstico es la mayor dificultad encontrada por los médicos para evitar que el virus de Ebola se propague es y la posibilidad de realizar el diagnóstico en poco tiempo permitirá salvar muchas vidas, ya que el paciente comenzará a recibir tratamiento, incluso antes de la presencia de los síntomas asociados con la enfermedad.
Los métodos actuales de detección resultan caros y complejos, requieren refrigeración y ofrecen resultados dentro de 12 horas.
El método ideado por Olivia se basa en el análisis de una muestra de saliva que el paciente deposita en una “Tarjeta de prueba de Ebola” y que contiene un reactivo similar al se utiliza para la detección de anticuerpos específicos para enfermedades como el HIV o SIDA, la hepatitis B y la tuberculosis. Se realizaron algunas modificaciones, como la estabilización química de los reactivos con el uso de la seda y que posibilita su almacenamiento a temperatura ambiente.
El año pasado, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) autorizó con carácter de urgencia una nueva prueba para el Ébola. Sólo el equipo cuesta 39.000 dólares , y cada prueba, 189 dólares. De acuerdo con el diseño de Olivia, cada dispositivo para las pruebas tendrá un costo de alrededor de 25 dólares, si es producido en masa.
En la presentación del proyecto, Olivia explicó que se inspiró en la «devastadora pérdida de vidas en África durante la epidemia de Ébola en 2014 y con consecuencias a largo plazo; » la concentración de víctimas mortales ha dejado a muchos niños huérfanos, y el tejido social y económico de los pueblos enteros fueron destruidos «.
«Yo sé que mi proyecto puede salvar vidas», dijo la joven investigadora. «Espero ser médico, como mi abuelo, y trabajar en una organización mundial de la salud como Médicos sin Fronteras».
El proyecto se realizó con el apoyo de los maestros del Greenwich High School y el Hospital Mount Sinai y fue considerado el mejor entre 20 competidores.
«Nada existe en forma aislada», lo que afecta a un país afecta a todos. Tenemos que trabajar juntos para encontrar respuestas a los enormes desafíos que amenazan la salud global, nuestro medio ambiente y nuestro mundo.», dijo Olivia al recibir el premio.