Vivimos en la era de los medios sociales y donde la importancia o relevancia de alguien se mide por la cantidad de “seguidores”. Pero qué pasaría si cambiamos la dinámica y en vez de tener seguidores virtuales, tenemos “seguidores en la vida real”.
¿Sería cumplir nuestro deseo de ser visto, reconocido y conectado de una manera más significativa y satisfactoria?, esa es la pregunta que trata de responder Lauren McCarthy, artista y programadora miembro del Programa de Telecomunicaciones Interactivas de la Universidad de Nueva York, con su proyecto Follower y donde cualquier persona puede inscribirse para ser seguido o ser un seguidor.
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Si eres aceptado, recibirás un enlace donde descargar una aplicación iOS. Si eres un seguidor te proporcionará las coordenadas GPS y una foto de la persona a seguir, mientras que si eres la persona que está siendo seguida, recibirás notificaciones cuando el seguimiento (de un máximo de 12 horas) ha comenzado y cuando se ha terminado.
El seguidor tiene que mantenerse en todo momento a distancia del sujeto y no interferir en sus acciones. El único contacto, es una foto tomada por el seguidor cuando el experimento ha terminado.
«Hay algo emocionante e intenso en despertarse cada mañana y no saber que nos deparará el día”, dice McCarthy, que actualmente es la única seguidora. “Los sigo todo el día y los observo, empezando a imaginar cómo son, lo que piensan y dicen, tratando de adivinar hacia dónde se dirigen. Hay algo extrañamente íntimo, y al final del día me siento como que ya los conozco, y como si hubiéramos tenido una larga experiencia juntos».
“Los seguí en la lluvia, los vi jugar al tenis, cenar con sus amigos, ver una película, ir de compras, salir y volver a casa – explicó la investigadora. “A veces parecía que estaban haciendo cosas para mí, o tal vez no me han visto, pero nunca he estado segura y al final del día sin haber interactuado, los dejo, y es el último contacto”.
“La provocación es más que evidente”, desde hace años concentro mi trabajo de investigación no sólo sobre temas de conocimiento y la interacción en línea y fuera de ella, sino también en el “espionaje” a nuestras vidas que voluntariamente permitimos que realicen las plataformas y servicios de los gigantes de la tecnología como Google, Facebook, Amazon y otros”, explicó McCarthy.