Una idea que comenzó como una broma entre estudiantes de Harvard se transformó en una nueva aplicación llamada The FaceTag, creada por el alumno de primer año Yuen Ler Chow. La historia es similar a la de Facebook, la plataforma que lanzó Mark Zuckerberg en 2004 cuando era estudiante de segundo año en esa institución.
Al ingresar a la universidad los estudiantes comienzan a rodearse de un montón de nombres y caras que jamás han visto, y puede ser difícil captar y mantener toda esa información. A Chow le costó recordar los nombres de unos compañeros con los que conversó en los primeros días como estudiante y a raíz de ello se le ocurrió la idea de una nueva red social con reconocimiento facial.
Después de registrarse, The FaceTag permite a los estudiantes escanear el rostro de otros usuarios para intercambiar su información de contacto, ya sean números de teléfono o identificadores de Instagram. Según Chow, que tiene como objetivo que “esta sea la forma estándar de conocer a alguien”, la app evita el proceso de agregar manualmente los números y la posibilidad de escribirlos mal.
Las personas pueden ingresar su número de teléfono, su cuenta de Instagram y la de Snapchat en The FaceTag. Y es todo o nada: no pueden decidir si quieren compartir cierta información con una persona determinada. Si alguien tiene un perfil privado, debe presionar “aceptar” antes de que otras personas puedan obtener su información de contacto. Y en un perfil público la información de contacto se comparte en automático después de que la aplicación realiza una coincidencia de rostros.
Chow tardó aproximadamente una semana en codificar el proyecto desde el momento en que tuvo la idea. Y a pesar de que recibió ayuda de su compañero de cuarto en el área de la programación, dice que The FaceTag es “99 por ciento” su trabajo.
Actualmente, The FaceTag tiene poco más de 100 usuarios registrados de acuerdo con Chow y solo está disponible vía navegador web en TheFaceTag.com (tuvo que agregarle The porque el dominio FaceTag.com estaba tomado).
La aplicación está disponible exclusivamente para estudiantes de Harvard, de manera similar a Facebook en sus comienzos, pero Chow espera expandir The FaceTag a otras universidades y comunidades en el futuro.
A pesar de que la aplicación surgió para facilitar las nuevas interacciones sociales entre los nuevos estudiantes, ha generado un debate sobre la ética del reconocimiento facial y la privacidad. Se trata de una controvertida tecnología que ha sido foco de críticas desde hace años.
Esta se puede utilizar para rastrear adónde va y qué hace la gente, y es utilizada tanto por autoridades como en empresas privadas como tiendas. Sin embargo, se ha demostrado que el reconocimiento facial es defectuoso e inexacto, e incluso puede identificar erróneamente los rostros que no son blancos, lo que afecta de manera desproporcionada a las comunidades afrodescendientes. Además, los algoritmos defectuosos del reconocimiento facial se han utilizado para enviar a personas inocentes a la cárcel.
Por otro lado, está el tema de la privacidad. Los críticos de esta tecnología han expresado innumerables veces su preocupación sobre cómo se almacena y utilizan los datos biométricos obtenidos.
La profesora de Ciencias de la Computación Bárbara J. Grosz, fundadora de Embedded EthiCS —una organización de Harvard que incorpora la ética en los planes de estudio de las ciencias de la computación—, dijo que espera que Chow haya considerado las implicaciones éticas de la creación de The FaceTag.
Grosz mencionó: “Los estudiantes que participan en este tipo de proyectos son la razón por la que tenemos Embedded EthiCS en Harvard, en la cual esperamos que los estudiantes piensen no solo si podrían construir un cierto tipo de sistema, sino si deberían construirlo y de qué manera deberían diseñarlo”.
En el caso de FaceTag, cuando una persona crea por primera vez un perfil, la aplicación escanea su rostro y extrae sus puntos y medidas. Según Chow, esa información se guarda, pero no la imagen en sí. Entonces, si se escanea el rostro de alguien que no se ha registrado en The FaceTag, esta no funcionará. Pero si la persona está registrada, el reconocimiento facial de la aplicación sí coincidirá.
Chow también consideró la posibilidad de que se acceda a la información de contacto a través de la fotografía de un usuario o que se escanee la cara de alguien sin su conocimiento. Es por eso que ha incorporado funciones de seguridad, como los perfiles privados, y asegura que “el usuario tiene esencialmente un control total sobre quién tiene acceso a los datos”.
Probablemente The FaceTag no provocaría un debate si hubiera utilizado códigos QR en lugar de escanear rostros. Pero Chow dijo a Insider que quería usar el reconocimiento facial porque “es mucho más genial” que los códigos QR, además de que quería jugar con las herramientas de aprendizaje automático de código abierto.
Chow sabe que la gente relaciona a The FaceTag con Facebook por sus comienzos parecidos, pero quiere dejar en claro que su aplicación tiene “mucha más” privacidad que Facebook, ya que no recopila los “datos innecesarios” como la plataforma de Zuckerberg. Según Chow, eso es lo que hace que su app sea diferente.