Por estos días, Estados Unidos se encuentra polarizado ante la elección de un nuevo presidente de la república.
Donald Trump y Joe Biden, los candidatos republicano y demócrata, respectivamente, son quienes protagonizan esta encarnada lucha.
Las diferencias entre ambos parecen ser difíciles de dejar atrás, al igual que las que distancian y separan a los sectores que ambos representan, el conservador y el liberal.
Estudios anteriores han explicado que si las diferencias entre ambos grupos parecen tan difíciles de superar es porque están arraigadas en las características de la personalidad y las predisposiciones biológicas.
Según un artículo de Scientific American, si observamos cómo reaccionan los cerebros de dos representantes de estas tendencias políticas ante imágenes idénticas, podríamos advertir importantes diferencias, especialmente en las áreas que procesan la información social y emocional.
Por ejemplo, el volumen de materia gris que conforma la corteza cingulada anterior, que es un área que ayuda a detectar errores y resolver problemas, tiende a ser mayor en los liberales.
En tanto, la amígdala, que sirve para regular las emociones y evaluar amenazas, es mayor en los conservadores.
Por su parte, un estudio llevado a cabo en la Universidad de Barkeley, señala que la actividad cerebral de liberales y conservadores difiere cuando ven videos políticos.
Estas diferencias se harían más latentes cuando se utilizan palabras ligadas a las emociones, la moralidad y las amenazas.
Este tipo de estudios podría resultar útil para comprender de qué forma los partidarios procesan la información.
Así, expertos en la neurociencia política anticipan que estos trabajos podrían ayudar a matizar las diferencias políticas que existen en ambos bloques, las cuales asoman como infranqueables y terminan polarizando las opiniones y la atmósfera política de una nación, con todos los riesgos que eso significa.