Según un nuevo estudio presentado en el Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas (ECCMID), la exposición a largo plazo a niveles elevados de contaminantes atmosféricos, como las partículas finas (PM2.5), podría tener una influencia significativa en los resultados de personas hospitalizadas por COVID-19.
Así, los encargados del estudio descubrieron que cuanto mayor es la exposición, mayor es el riesgo. En efecto, cada pequeño aumento (ug/m3) en la exposición a largo plazo a las PM2.5 está asociado con más del triple de probabilidades de recibir ventilación mecánica y el doble de probabilidades de permanecer internado en una unidad de cuidados intensivos (UCI).
“Nuestro estudio llama la atención sobre las desigualdades sistémicas que pueden haber conducido a las marcadas diferencias en los resultados de la COVID-19 en función de la raza y la etnia”, señala la doctora Anita Shallal del Hospital Henry Ford de Detroit, en Estados Unidos.
“Las comunidades de color tienen más probabilidades de estar situadas en zonas más cercanas a la contaminación industrial y de trabajar en empresas que las exponen a la contaminación atmosférica”.
De acuerdo con los investigadores, la contaminación del aire, incluidos los contaminantes potencialmente dañinos y los gases tóxicos emitidos por las industrias, los hogares y los vehículos, pueden aumentar la inflamación y el estrés oxidativo en el sistema respiratorio, lo que agravaría las enfermedades pulmonares preexistentes.
Así, la contaminación atmosférica se ha asociado a peores resultados en la salud, entre ellos un mayor riesgo de muerte por virus respiratorios, como la gripe.
Para analizar la relación que puede existir entre la contaminación del aire y la gravedad de los contagios por COVID-19, los investigadores estudiaron los datos de más de 2,000 pacientes contagiados ingresados en cuatro hospitales de Estados Unidos.
Los encargados recopilaron datos sobre el lugar donde vivían los afectados, además de información sobre los niveles locales de contaminación. Descubrieron que pacientes de sexo masculino, afrodescendientes, obesos o con problemas de salud más graves a largo plazo eran mucho más propensos a ser ventilados mecánicamente e ingresados en la UCI.
Lo mismo ocurría con los pacientes que vivían en zonas con mayores niveles de PM2.5 y pintura con plomo. “La conclusión principal es que vivir en un barrio más contaminado es un factor de riesgo independiente de la gravedad de la enfermedad por COVID-19”, agrega la doctora Shallal.