Puede que no tengan buen aspecto ni luzcan bien, pero el análisis de las aguas residuales podría entregarles a los investigadores información importante sobre el COVID-19.
Pueden ser, por ejemplo, un indicador prematuro de la existencia de algún brote de la enfermedad, así como entregar información sobre la eficacia de la adopción de la cuarentena por parte de una población.
«Las aguas residuales son realmente una mina de oro para la información», señala Jordan Peccia, profesor de Yale de ingeniería química y ambiental.
Si los investigadores pueden identificar rastros del COVID-19 en el lodo de las aguas residuales, pueden ser capaces de identificar brotes y entender de mejor forma cómo se propaga el virus.
Para los científicos, la concentración de COVID-19 ARN por mililitro de lodo cloacal puede indicar la presencia o ausencia de la enfermedad, así como la forma en la que se propaga, ya sea subiendo o bajando junto con la tasa de infección.
«Se pueden calcular importantes parámetros epidemiológicos a partir de los datos de ARN y de hospitalización solamente, no se necesitan recuentos de casos. Es una herramienta valiosa para el futuro», agrega Peccia.
Bajo su sistema, el análisis de las aguas residuales podría ofrecer al menos tres días de tiempo que podrían ser determinantes para abordar la enfermedad.
Si bien no es una técnica ideal, sí podría convertirse en un método complementario para seguir el desarrollo de la enfermedad.
«No es una solución a todos nuestros problemas, pero lo que realmente te da es un poco de ventaja», puntualiza.