Los accidentes automovilísticos, las caídas, la participación –voluntaria o involuntaria– en actos violentos y los golpes sufridos en determinados deportes suelen estar detrás de las lesiones medulares, pero no son las únicas causas. El cáncer, la artritis, la osteoporosis y la inflamación de la médula espinal también pueden causar ese tipo de lesiones. La movilidad aquí es la función más afectada y, con ello, llega una serie de padecimientos físicos y psicológicos asociados.
Recuperar la movilidad después de padecer una lesión medular o un ictus es complejo, y no solo por un asunto de voluntad o capacidad física. Es imprescindible contar con la ayuda profesional necesaria, y esto sin siquiera hablar del tiempo que toma iniciar un proceso de recuperación y ver sus resultados. Además, todos sabemos muy bien que la palabra “tiempo” en las terapias médicas equivale proporcionalmente a “dinero”, gastos descomunales y muchas veces imposibles de asumir por la inmensa mayoría de los afectados.
El uso de exoesqueletos para ayudar en su recuperación a los afectados por lesiones medulares ciertamente no es algo nuevo, aunque la verdadera revolución podría llegar con dos características hasta ahora ausentes en estos dispositivos: menor peso y mayor asequibilidad.
Y es que la mayoría de los exoesqueletos ahora existentes pesan más de 20 kilogramos y cuestan más de $100,000 dólares. En consecuencia, estos equipos suelen estar solo en posesión de hospitales e instituciones, y requieren de personal cualificado para hacerlos funcionar. Pero ¿y si fuese posible llevarse estos exoesqueletos a casa y usarlos como se haría con unas muletas o equipos ortopédicos más comunes?
Esta ha sido justamente la visión de ABLE Human Motion, una joven empresa (nunca mejor dicho) nacida en Barcelona, España, y que en unos pocos años ha sumado un sinfín de premios, sin contar con ilusión de miles de personas que ahora ven una posibilidad más alcanzable y fácil de volver a desplazarse con mayor independencia.
Entre las causas más comunes de parálisis, están el ictus y la lesión medular, y la OMS estima que hay 500,000 nuevos casos cada año. Hablamos entonces de una tecnología que podría significar un avance revolucionario para muchísimos pacientes, a quienes ayudaría a paliar las complicaciones asociadas a la lesión con un estilo de vida sedentario como la espasticidad, el dolor crónico, la osteoporosis o los problemas cardiovasculares y digestivos, todo ello sin contar con las serias consecuencias sociales y psicológicas que supone.
Un apasionado y nutrido equipo multidisciplinario está detrás de la empresa: ingenieros, fisioterapeutas, médicos, rehabilitadores y, por supuesto, técnicos ortopedas. Al frente de todos ellos, Alfons Carnicero, ingeniero industrial y biomédico, cofundador y CEO de ABLE Human Motion, quien –entre premio y premio, entre charlas y presentaciones– respondió las preguntas de Digital Trends en Español.
— ¿Por qué decidiste crear ABLE Human Motion?
— Desde pequeño hay dos cosas que me han fascinado: la tecnología y el deporte. Durante mis estudios siempre intenté aplicar los conocimientos aprendidos al deporte: trabajé con jugadores del FC Barcelona de baloncesto para mejorar su mecánica de lanzamiento, y con atletas del Centro de Alto de Rendimiento de Sant Cugat para estudiar su técnica de salto de longitud. Sin embargo, cuando estaba acabando el Grado de Ingeniería Industrial, mi padre sufrió un ictus, algo que cambiaría el enfoque de mi carrera profesional.
«Cursé la especialización Biomédica del Máster de Ingeniería Industrial y trabajé en el Institut Guttmann, donde descubrí las limitaciones de las tecnologías de rehabilitación actuales, e Implantcast, una empresa alemana dónde diseñaba implantes de rodilla. Con la misión de mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad, cofundé ABLE Human Motion, una spin-off de la UPC dónde desarrollamos exoesqueletos robóticos ligeros, fáciles de usar y económicos».
— Ya vamos viendo cómo surgió esta idea… ¿Cuánto tiempo lleva el equipo trabajando en ella?
— La idea inicial surge el año 2013 de un doctor de La Coruña (norte de España), que observó que un grupo de pacientes no tenía dispositivos adaptados a sus necesidades (lesiones medulares por debajo de la vértebra torácica 10), sino únicamente exoesqueletos robóticos pensados para cualquier paraplejia, los cuales son prácticamente inaccesibles para el ciudadano medio (cuestan unos 100,000 euros: más de $110,000 dólares) y poco versátiles para el día a día (pesan unos 20 kg). Allí nació una investigación conjunta entre las universidades Politécnica de Cataluña (UPC), Coruña (UDC) y Extremadura (UEX) que dio lugar a los primeros prototipos de este exoesqueleto ligero, fácil de usar y económico.
«Desde Barcelona, la investigación la lideró el Dr. Josep Maria Font, Director del Laboratorio de Ingeniería Biomecánica (BIOMEC) de la UPC y cofundador y Director Científico de ABLE Human Motion. Me uní cuando todavía era un proyecto de investigación, estudiando la viabilidad de llevarlo al mercado y participando en el programa CaixaImpulse de Fundación La Caixa y Caixa Capital Riesgo. Allí recibimos 70.000 euros y el apoyo necesario –mentores, sesiones de formación en regulatoria, transferencia de tecnología, protección intelectual, finanzas– para determinar que el negocio podría ser viable. Hicimos más de 100 entrevistas a médicos, pacientes y fisioterapeutas, y vimos que había una necesidad médica no cubierta y con un mercado relevante que nuestro producto solucionaba».
Nuestro objetivo principal: llevar la tecnología de los exoesqueletos a casa.
«También detectamos que para convertir el prototipo en un producto robusto y comercial necesitaríamos a un Director Técnico. Fue entonces cuando hablamos con Alex García, quién había estudiado conmigo en la universidad y en ese momento trabajaba en una empresa tecnológica de Barcelona. Lo convencimos para que se uniera a esta emocionante y atrevida aventura».
— ¿Qué hace ABLE diferente de sus competidores?
— En lugar de tratar de abordar cualquier tipo de problema de movilidad con un solo dispositivo, nos centramos en pacientes con lesiones medulares que preservan cierta movilidad de la cadera (lesiones por debajo de la vértebra torácica 10). Esto, junto con años de investigación en UPC y colaboraciones externas, ha llevado a un sistema patentado para ayudar a caminar, que en comparación con las soluciones existentes es hasta 5 veces más pequeño –esencial para la aceptación del uso diario– y hasta 3 veces más ligero, cosa importante para facilitar su portabilidad. Y lo mejor: es hasta 8 veces más barato. Esto nos coloca en una posición única para lograr nuestro objetivo principal: llevar la tecnología del exoesqueleto a casa.
«También estamos empezando a desarrollar un dispositivo para los supervivientes de un ictus, el cual promoverá su rehabilitación e independencia en la vida diaria».
— ¿Qué dificultades han encontrado para sacar este proyecto adelante?
— Por el camino te vas encontrando con muchas dificultades y obstáculos, lo importante es aprender de los errores y persistir. Por ejemplo, recuerdo que las primeras veces que presentábamos el proyecto a inversores no tuvimos éxito. Pero mejoramos el mensaje y buscamos inversores más especializados que entendiesen las peculiaridades del sector médico (tiempos más largos, regulatoria, pruebas clínicas, estrategia de comercialización). Una vez convencidos los primeros inversores, cerrar la ronda fue mucho más fácil. De hecho, fueron tantos los interesados que ampliamos el tamaño de la inversión a 700.000 € y tuvimos que decir «no» a varios inversores.
«Otra dificultad ha sido envolverse de las personas y empresas adecuadas. Al ser jóvenes, para nosotros fue muy importante seleccionar a un grupo de asesores experto con una red de contactos extensa y capacidad para ayudar a resolver los problemas que van surgiendo durante el camino. También ser conscientes de las capacidades del equipo y buscar ayuda de empresas expertas que crean en el proyecto y ayuden a tirarlo adelante».
«Algo que nos encontramos es la falta de innovación en el proceso de rehabilitación actual. En muchos centros se siguen usando los mismos dispositivos y terapias que hace 50 años para la bipedestación y la reeducación de la marcha, y es todo un reto introducir un dispositivo innovador como el nuestro a los profesionales clínicos, acostumbrados a hacer movilizaciones manuales».
«Por último, un reto que estamos superando día a día es que, aunque existan criterios para clasificar las lesiones, cada persona es un mundo. Por ello, estamos intentando que nuestra tecnología se adapte a las necesidades y evolución de cada usuario, tanto a nivel ergonómico como funcional».
— ¿Ven el proyecto implementado en España antes que en algún otro país? ¿Es España un buen lugar para desarrollar y sacar adelante proyectos como el de ABLE?
— En lo primero, sí, empezaremos implementando nuestra tecnología en España por conocimiento del entorno (hospitales, centros rehabilitación, sistema de salud) y proximidad, pero nuestro enfoque es global.
«Y en lo segundo, sí, también: creemos que España es un buen sitio para emprender, aunque todavía tenemos que aprender mucho de otros países. Barcelona es uno de los hubs de startups más dinámicos de Europa. Existe un ecosistema sólido de startups de Medtech y Biotech que, junto con varias incubadoras, aceleradores y un gran talento, está comenzando a tener sus primeras historias de éxito, lo que a su vez está haciendo que la ciudad y el sector sean más atractivos a la inversión privada extranjera».
— ¿Se ve en el horizonte una “robótica asequible”?
— Te diría que sí, pero para ello hace falta el esfuerzo conjunto de actores muy diversos. En primer lugar, de empresas como la nuestra para pensar en los costes en cualquier proceso interno, desde el diseño y la fabricación a la selección de proveedores y la comercialización. También para trabajar mano a mano con hospitales de referencia y generar evidencia clínica de los beneficios del uso de la robótica en la rehabilitación. Para ello hacen falta iniciativas como las de EIT Health (European Institute of Technology) que promuevan las sinergias entre startups e instituciones clínicas.
Con los años, incluso esperamos que los exoesqueletos se vuelvan cada vez más económicos y discretos.
«Solo cuando se consigan productos más asequibles y exista evidencia de la superioridad de la robótica respecto las técnicas clínicas actual, se podrá conseguir un reembolso público a gran escala, donde los sistemas de salud cubran parte o todo el costo de estos dispositivos».
«Además, esto es como una rueda, ya que, al aumentar la demanda de exoesqueletos en la industria médica, los costos de fabricación van a bajar considerablemente. Así, se espera que el sector cambie drásticamente en los próximos años: desde solo ver estos dispositivos en la televisión o en los centros de rehabilitación más avanzados, hasta convertirse en algo estándar para la rehabilitación de la movilidad y, por qué no, en la asistencia diaria fuera del entorno hospitalario».
«Esperamos ver dispositivos más inteligentes y todavía más autónomos, con funcionalidades mejoradas. Con los años, incluso esperamos que los exoesqueletos se vuelvan cada vez más discretos hasta el punto de convertirse incluso en un accesorio de moda que permita al usuario usarlos continuamente».
— Además de los Averis, ¿a qué otros premios han sido nominados? ¿Cuáles han ganado?
— Sí, el proyecto ha recibido subvenciones de EIT Health y la Comisión Europea (H2020 SME Instrument Fase 1). También hemos sido seleccionados entre las startups de tecnología médica más prometedoras por MassMEDIC (Boston, EEUU) y por EU-Startups, y entre las 10 más destacadas en el campo de los robots médicos por Silicon Canals. Obtuvimos el primer premio en los programas de aceleración Richi Entrepreneurs (Boston, EE. UU.) y CRAASH Barcelona, organizado por Biocat y CIMIT, la aceleradora de salud más exitosa del mundo, y fuimos reconocidos como la Mejor Iniciativa Empresarial Joven (CECOT).
ABLE Human Motion está desarrollando sus exoesqueletos robóticos para mejorar la movilidad y autonomía de personas que han sufrido una lesión medular o ictus, y espera poder comercializarlos a partir de 2021. Los dispositivos actuales son caros (aproximadamente $110,000 dólares), pesados (20 kg) y requieren personal profesional para su uso. ABLE espera poner en el mercado exoesqueletos de unos 8 kg. con un valor no superior a los $10,000 dólares. Apostamos a que sabremos de ellos en un futuro muy cercano.
*La visión a futuro para poner solución a un problema de difícil tratamiento y la aplicación de una tecnología de punta hacen de ABLE una de las mejores startups que han figurar en nuestra iniciativa «Tech for Change», una plataforma donde tanto Digital Trends en Español como Digital Trends destacan los proyectos e ideas tecnológicas que buscan hacer el bien y brindar cambios positivos en la sociedad.