El Servicio Nacional de Salud de Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés) pagó una compensación de seis cifras a una mujer no identificada después de que desarrollara una adicción paralizante a Candy Crush después de que los efectos secundarios de un medicamento recetado afectaran su control de impulsos.
El medicamento (destinado a tratar el síndrome de piernas inquietas y la enfermedad de Parkinson) pertenece a una clase de fármacos conocidos como agonistas de la dopamina. La dopamina es un neurotransmisor responsable de los sentimientos de recompensa, y el aumento artificial causado por estas drogas puede hacer que alguien busque más, y eso es algo en lo que los juegos móviles sobresalen.
Las pequeñas recompensas, como abrir una caja de botín, recibir un nuevo objeto o simplemente terminar un nivel, generan un impulso de dopamina en el cerebro. A las pocas semanas de su receta, la mujer comenzó a jugar «obsesivamente» a Candy Crush antes de progresar a los juegos de máquinas tragamonedas virtuales.
Desde entonces, el NHS ha admitido que su médico de cabecera no le advirtió de los efectos secundarios y le recetó una dosis del doble de la recomendada. Desde entonces, el NHS le ha concedido 170.000 libras esterlinas (unos 215.000 dólares) en compensación.
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No es la primera vez que se presenta una situación como esta. A otro hombre le recetaron el mismo medicamento y luego perdió más de £ 100,000 en juegos de azar en línea. El NHS cubrió esos costos.
No se ha dado ninguna actualización sobre cómo se encuentra ninguno de los dos pacientes. El tratamiento sugerido para corregir la pérdida de control de los impulsos es una reducción gradual de la dosis antes de cambiar a un tipo diferente de medicamento, así como a otros medicamentos y a la terapia cognitivo-conductual.
Candy Crush no tiene la culpa de la situación, pero revela los riesgos de los juegos diseñados para enganchar al jugador con recompensas rápidas, especialmente en las personas que son más susceptibles a la adicción a los juegos.
La Organización Mundial de la Salud considera la adicción a los videojuegos como un trastorno de salud mental desde 2013. Aunque se han realizado numerosos estudios, los resultados siguen siendo poco claros, ya que las conclusiones varían entre los diferentes grupos.