Ahora que se ha comenzado a aplicar la vacuna contra COVID-19, el siguiente escenario posible es el de contar con “pasaportes digitales” que comprueben que alguien ya está inoculado, para que pueda tener acceso a los servicios y lugares que implica la vida cotidiana.
En Estados Unidos, quienes se vacunan, reciben una tarjeta de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), cuyo uso se remonta a la década de 1880, cuando se utilizaron por primera vez para permitir que los estudiantes regresaran a las escuelas en medio de un brote de viruela, de acuerdo con un reporte de CNBC.
Ahora, esas tarjetas se empiezan a volver digitales y, en un corto plazo, podrían convertirse en un requisito para quienes viajan o quieran tener acceso a transportes y sitios públicos o de alta afluencia.
En Los Ángeles, por ejemplo, las personas pueden solicitar que se les envíe un mensaje de texto con un enlace a la misma información que la tarjeta de papel, con la opción de agregarla a Apple Wallet o Google Wallet, o descargarla en PDF.
La desventaja es que no hay forma de saber si el comprobante es legítimo o falso, lo cual preocupa en un contexto en el que algunas aerolíneas han detectado casos de pruebas de COVID-19 falsas o retocadas para que la gente pueda volar.
El Commons Project —»establecido para construir plataformas y servicios para mejorar la vida de las personas en todo el mundo»— ya trabaja con un grupo de tecnológicas y de la salud, como Microsoft, Oracle, Salesforce, Cerner, Epic y Cigna, para desarrollar estándares comunes, seguros y que no atenten contra la privacidad de las personas.
Sin embargo, resulta complicado que se llegue a un solo sistema unificado, no únicamente en un mismo país, sino en todo el mundo, se precisa en el reporte de CNBC. Así que lo más probable es que se requieran distintos tipos de comprobantes, ya sea para viajar, entrar a escuelas y oficinas, o ingresar a eventos masivos.